19 de abril de 2013

Louis Althusser. Respuestas a siete preguntas

El pensamiento de Louis Althusser (1918-1990) tuvo en su momento una fuerte influencia teórica en campos tan diversos como la filosofía, la sociología, la historia, la comunicación, la antropología y la crítica literaria. Dueño de una personalidad compleja, con sucesivas crisis depresivas y una visión atormentada que destiló en sucesivos procesos de autocrítica del pensamiento, el reconocimiento internacional le llegó tras la publicación en 1965 de "Pour Marx" (La revolución teórica de Marx) y "Lire le Capital" (Para leer El Capital), obras en las que cuestionó la interpretación dominante del marxismo en aquella época, relacionada con temas humanistas y hegelianos. Frente a esta concepción, propuso una lectura del marxismo en términos estructuralistas, un marxismo de rigor científico que retornase a sus fuentes, ajeno a la práctica política de regímenes como el soviético. Autor de numerosos ensayos sobre el tema, Althusser presentó el pensamiento marxista como una metodología científica de interpretación de la historia que rompió con las visiones humanistas e idealistas cuyos ejes centrales son las contradicciones inherentes en los modos de producción y la estructura dominante de las relaciones sociales. En "Marx dans ses limites" (Marx dentro de sus límites), por ejemplo, amplió la definición del Estado planteada por Marx y reemplazó la idea de aparato estatal basado en la dialéctica de la lucha de clases por una visión dual del mismo, donde se distinguen los instrumentos represivos de las funciones de los aparatos ideológicos del Estado. Más que una relación causal entre la ideología y la lucha de clases, donde se produce la dominación de una clase sobre otra, Althusser recreó relaciones más complejas en las que la sociedad aparece formada por una jerarquía de estructuras independientes entre sí, aunque sujetas a los valores dominantes. En el ejemplar correspondiente al 1 de febrero de 1968 del periódico italiano "L'Unitá" apareció publicada una entrevista otorgada por Louis Althusser a M.A. Macchiocchi. Bajo el título "La filosofia come arma della rivoluzione" (La filosofía como arma de la revolución), Althusser hace su autorretrato filosófico y examina la naturaleza de la filosofía, con la intención de esclarecer algunos presupuestos de su método crítico.



¿Puede decirnos alguna palabra sobre su  historia personal? ¿Cómo llegó usted a la filosofía marxista?

En 1948, a los treinta años, me convertí en profesor de Filosofía y adherí al Partido Comunista francés. La filosofía me interesaba y traté de convertirla en mi oficio. La política me apasionaba y traté de convertirme en un militante comunista. Lo que me interesaba en la filosofía era el materialismo y su función crítica en pro del conocimiento científico y contra todas las mistificaciones del "conocimiento" ideológico; contra la denuncia simplemente moral de los mitos y engaños, y por su crítica racional y rigurosa. Lo que me apasionaba en la política eran el instinto, la inteligencia, el coraje y el heroísmo revolucionario de la clase obrera en su lucha por el socialismo. La guerra y los largos años de cautiverio me habían hecho vivir en contacto con obreros y campesinos, y conocer a los militantes comunistas. Es la política la que decidió todo. No la política en general sino la política marxista-leninista. Esto siempre es muy difícil para un intelectual. Fue igual­mente difícil, por las razones que se conocen, en la década del '50 al '60: período del "culto", el XX Congreso, después la crisis del movimiento comunista internacional. No fue fácil para el marxismo resistir la irrupción ideológica "humanista" contemporánea y los distintos asaltos de la ideología burguesa. Después de comprender mejor la política marxista-leninista, comencé a apasionarme también por la filosofía pues, final­mente, podía comprender la tesis fundamental de Marx, Lenin y Gramsci: la filosofía es fundamentalmente política. Todo lo que he escrito, al principio solo y después en cola­boración con camaradas y amigos más jóvenes, gira, pese a la "abstracción" de nuestros ensayos, alrededor de esos pro­blemas concretos.

¿Puede explicar por qué es tan difícil, en general, ser comu­nista en filosofía?

Ser comunista en filosofía es convertirse en partidario y arte­sano de la filosofía marxista-leninista, es decir, del materia­lismo dialéctico. No es fácil convertirse en un filósofo marxista-leninista. Un profesor de filosofía, al igual que todo "intelectual", es un pequeño burgués. Cuando abre la boca es la ideología pequeño-burguesa la que habla: sus recursos y sus astucias son infinitas. Usted sabe lo que Lenin dijo de los "intelectuales". Indivi­dualmente algunos pueden ser (políticamente) revolucionarios declarados y valientes. Pero en su conjunto permanecen "incorregiblemente" pequeño-burgueses en lo que hace a su ideología. Para Lenin, que admiraba su talento, inclusive Gorki era un revolucionario pequeño-burgués. Para conver­tirse en los "ideólogos de la clase obrera" (Lenin), en los "intelectuales orgánicos" del proletariado (Gramsci), es nece­sario que los intelectuales realicen una revolución radical en sus ideas, una reeducación larga, dolorosa y difícil. Una lucha sin término, tanto exterior como interior. Los proletarios tienen un "instinto de clase" que les facilita el paso a las "posiciones de clase" proletarias. Los intelec­tuales, por el contrario, tienen un instinto de clase pequeño-burgués que se resiste a ese paso. La posición de clase del proletariado es algo más que el simple "instinto de clase" proletario. Es la conciencia y la práctica de acuerdo a la realidad objetiva de la lucha de clase proletaria. El instinto de clase es subjetivo y espontáneo. La posición de clase es objetiva y racional. Para pasar a las posi­ciones de clase proletarias, el instinto de clase de los prole­tarios sólo tiene necesidad de ser educado; en compensación, el instinto de clase de los pequeño-burgueses, y por consi­guiente de los intelectuales, debe ser revolucionado. Esta educación y esta revolución están determinadas, en última instancia, por la lucha de clase proletaria conducida sobre la base de los principios de la teoría marxista-leninista. El conocimiento de esta teoría puede ayudar a algunos intelectuales, tal como lo señala "El manifiesto comunista", a pasar a las posiciones de clase de la clase obrera. La teoría marxista-leninista implica una ciencia (el materia­lismo histórico) y una filosofía (el materialismo dialéctico). La filosofía marxista-leninista es, por lo tanto, una de las dos armas teóricas indispensables para la lucha de clase proletaria. Los militantes comunistas deben asimilar y utilizar los principios de la teoría: ciencia y filosofía. La revolución proletaria también tiene necesidad de mili­tantes que sean sabios (materialismo histórico) y filósofos (materialismo dialéctico) que ayuden a defender y desarro­llar la teoría. La formación de esos filósofos se enfrenta con dos grandes dificultades. La primera dificultad es política. Un filósofo de oficio que se afilia al Partido, permanece siendo ideológicamente un pequeño-burgués. Es necesario que se revolucione su pen­samiento para que pueda ocupar una posición de clase proletaria en la filosofía. Esta dificultad política es determinante en última instancia. La segunda dificultad es teórica. Sabemos en qué dirección y con qué principios trabajar para definir esta posi­ción de clase en filosofía. Pero es necesario, es teórica y políti­camente urgente, desarrollar la filosofía marxista. Ahora bien, el trabajo a realizar es vasto y difícil pues en la teoría mar­xista la filosofía está retrasada en relación a la ciencia de la historia. En nuestros países es actualmente la dificultad "dominante".

Usted distingue en la teoría marxista una ciencia y una filosofía. ¿Sabe qué dicha distinción es actualmente negada?

Lo sé. Pero esta negación es una vieja historia. De una manera extremadamente esquemática se puede decir que en la historia del movimiento marxista la supresión de esta distinción expresa una desviación que puede ser tanto de derecha como de izquierda. La desviación de derecha suprime la filosofía y sólo deja la ciencia (positivismo). La desviación de izquierda suprime la ciencia y sólo deja la filosofía (subjetivismo). Hay excepciones (como el caso de la "subversión") que confirman la regla. Los grandes dirigentes del movimiento obrero marxista, desde Marx y Engels hasta nuestros días, siempre dijeron que dichas desviaciones son un efecto de la influencia y del dominio de la ideología burguesa sobre el marxismo. Por su parte ellos siempre defendieron la distinción (ciencia, filoso­fía) no sólo por razones teóricas, sino también por razones políticas vitales. Pienso en el Lenin de "Materialismo y empi­riocriticismo" y en el de "El izquierdismo, enfermedad infan­til del comunismo". Sus razones son deslumbrantes.

¿De qué manera justifica usted esa distinción entre ciencia y filosofía en la teoría marxista?

Le respondo enunciando algunas tesis esquemáticas y provisorias. Primero, la fusión de la teoría marxista y del movimiento obrero es el mayor acontecimiento de toda la historia de la lucha de clases y prácticamente, por lo tanto, de toda la historia humana (primeros efectos: las revoluciones socialistas). Segundo, la teoría marxista (ciencia y filosofía) representa una revolución sin precedentes en la historia del conocimiento humano.Tercero, Marx fundó una ciencia nueva; la ciencia de la historia. Voy a usar una imagen. Las ciencias que conocemos operan sobre algunos grandes "continentes". Antes de Marx habían sido abiertos al conocimiento científico dos de esos conti­nentes: el continente de la Matemática y el de la Física. El primero fue abierto por los griegos (Tales) y el segundo por Galileo. Marx abrió al conocimiento científico un tercer conti­nente: el de la Historia. Cuarto, la apertura de este nuevo continente ha provocado una revolución en la filosofía. Es una ley: la filosofía siempre está ligada a las ciencias. La filosofía nació (Platón) con la apertura del continente de la Matemática. Fue transformada (Descartes) por la apertura del continente de la Física. Actualmente es revolu­cionada por la apertura del continente de la Historia hecha por Marx. Esta revolución se llama materialismo dialéctico. Las transformaciones de la filosofía siempre son un eco de los grandes descubrimientos científicos. Ellas se produ­cen, esencialmente, después de estos. Esta es la razón por la cual en la teoría marxista la filosofía está en retraso en rela­ción a la ciencia. Hay otras razones que todo el mundo conoce. Pero en la actualidad ésta es la razón dominante. Quinto, en su conjunto sólo los militantes obreros reconocieron la perspectiva revolucionaria del descubrimiento científico de Marx. A causa de ello su práctica política fue transformada. Este fue el mayor escándalo teórico de la historia contem­poránea. Por el contrario, los intelectuales en su conjunto, a pesar de ser este su "oficio" (especialistas en ciencias humanas, filósofos) no reconocieron verdaderamente o se negaron a reconocer la perspectiva inaudita del descubrimiento científico de Marx, al que condenaron y despreciaron, al que desfiguran cuando se refieren a él. Salvo excepciones, están aún hoy ocupados en embrollarse en economía política, en sociología, en etnología, en antropolo­gía, en psico-sociología, etc., etc... Cien años después de "El capital", de la misma manera que los físicos aristotélicos se ocupaban de embrollarse en física cincuenta años después de Galileo. Sus "teorías" son antigüedades ideológicas rejuve­necidas con una gran cantidad de sutilezas intelectuales y técnicas matemáticas ultra modernas. Pero este escándalo teórico no es totalmente un escándalo. Es un efecto de la lucha de clases ideológica pues la ideolo­gía burguesa, la cultura burguesa, es la que está en el poder y ejerce la hegemonía. En su conjunto los intelectuales, incluso numerosos intelectuales comunistas y marxistas, están, salvo algunas excepciones, dominados en sus teorías por la ideología burguesa. Salvo excepciones lo mismo ocurre en las ciencias humanas. Sexto, la misma situación escandalosa encontramos en filosofía. ¿Quién ha comprendido la prodigiosa revolución filosófica provocada por el descubrimiento de Marx? Sólo los militantes o diri­gentes proletarios. Los filósofos de oficio, en su conjunto, no la han ni siquiera sospechado. Cuando hablan de Marx siem­pre es, salvo rarísimas excepciones, para combatirlo, conde­narlo, digerirlo, explotarlo o revisarlo. Aquéllos que defendieron el materialismo dialéctico, como ser Engels y Lenin, son tratados como si fuesen nulidades filosóficas. El verdadero escándalo es que algunos filósofos marxistas ceden, en nombre del "anti-dogmatismo", al mismo contagio. Pero también aquí, y por la misma razón, se trata de un efecto de la lucha de clases ideológica. Pues la ideología burguesa, la cultura burguesa, es la que está en el poder. Y séptimo, las principales tareas del movimiento comunista en la teoría son reconocer y conocer la perspectiva teórica revolucionarla de la ciencia y la filosofía marxista-leninista; luchar contra la concepción del mundo burgués y pequeño-burgués que siempre amenaza la teoría marxista y que actualmente la penetra profundamente: el economismo y el idealismo moral que representan la pareja fundamental de la concepción del mundo burgués desde los orígenes de la burguesía; conquistar para la ciencia la mayoría de las ciencias humanas y ante todo las ciencias sociales que, salvo excep­ciones, ocupan por impostura el continente de la Historia del cual Marx nos dio las claves; y desarrollar con el rigor y la audacia que se requieran la nueva ciencia y la nueva filosofía, ligándolas a las exigen­cias e invenciones de la práctica de la lucha de clases revolucionaria. En la teoría, el eslabón decisivo actual es la filosofía marxista-leninista.

Usted ha sostenido dos cosas que aparentemente son contra­dictorias o diferentes: primero, que la filosofía es fundamen­talmente política; segundo, que la filosofía está ligada a las ciencias. ¿De qué manera concibe esta doble relación?

También a esta pregunta le responderé mediante tesis esquemáticas y provisorias. Uno, las posiciones de clase que se enfrentan en la lucha de clases están "representadas" en el dominio de las ideolo­gías prácticas (religiosa, moral, jurídica, política, estética, etc.) por medio de concepciones del mundo de tendencia antagónica que, en última instancia, son la idealista (burguesa) y la materialista (proletaria). Todo hombre posee, espontáneamente, una concepción del mundo. Dos, las concepciones del mundo están representadas en el dominio de la teoría (ciencias más ideologías "teóricas" de las cuales se impregnan las ciencias y los científicos) por medio de la filosofía. La filosofía representa la lucha de clases en la teoría. Es por esta razón que la filosofía es una lucha ("Kampf", decía Kant), y una lucha fundamentalmente política: una lucha de clases. Ningún hombre es espontánea­mente filósofo, pero puede serlo. Tres, la filosofía existe desde que existe el dominio teórico, desde que existe una ciencia (en sentido estricto). Sin ciencia no habría filosofía sino sólo concepciones del mundo. Es nece­sario distinguir la apuesta que se hace en la batalla y el campo donde se da la batalla. En última instancia, la lucha filosófica es la lucha por la hegemonía entre las dos grandes tendencias de las concepciones del mundo (materialista e idealista). El campo de batalla principal de esta lucha es el conocimiento científico: por él o contra él. La batalla filosófica número uno se desarrolla de esta manera en la frontera que separa lo científico de lo ideológico. Las filosofías idea­listas que explotan las ciencias se valen de ellas para luchar contra las filosofías materialistas que sirven a las ciencias. La lucha filosófica es un sector de la lucha de clases entre las con­cepciones del mundo. El materialismo siempre estuvo, en el pasado, dominado por el idealismo. Cuatro, la ciencia fundada por Marx cambia toda la situación del dominio teórico. Es una nueva ciencia, la ciencia de la historia. De esta manera ella hace posible, por primera vez en el mundo, el conocimiento de la estructura de las formaciones sociales y de su historia; hace posible el conocimiento de las concepciones del mundo que la filosofía representa en la teoría; hace posible el conocimiento de la filosofía. Da los medios para transformar las concepciones del mundo (lucha de clases revolucionaria conducida con los principios de la teoría marxista). De esta manera la filosofía es doblemente revolucionaria. El materialismo mecanicista, "idealista en historia", se convierte en el materialismo dialéctico. La rela­ción de fuerzas se invierte: en adelante el materialismo puede dominar al idealismo en la filosofía y, si se realizan las condi­ciones políticas, gozar en la lucha de clases para obtener la hegemonía entre las concepciones del mundo. La filosofía marxista-leninista o materialismo dialéctico representa la lucha de clases del proletariado en la teoría. En la unión de la teoría marxista y del movimiento obrero (realidad última de la unión de la teoría y de la práctica) la filosofía deja, como dice Marx, de "interpretar el mundo" y se convierte en un arma para su "transformación": la revolución.

¿Es por todas estas razones que usted ha dicho que es nece­sario leer "El capital"?

Sí. Es necesario leer y estudiar "El capital". Para comprender verdaderamente en toda su importancia y en todas sus consecuencias científicas y filosóficas, aquello que los militantes obreros han comprendido desde hace mucho tiempo en la práctica: el carácter revolucionario de la teoría marxista. También para defender esta teoría contra todas las interpretaciones, vale decir revisiones burguesas y pequeño-burguesas, que la amenazan en la actualidad profundamente (en primer lugar, la pareja Economismo/Humanismo). Y para desarrollar la teoría marxista y producir los con­ceptos científicos indispensables para el análisis de la lucha de clases actual, en nuestros países y en otras partes. Es necesario leer y estudiar "El capital". Y agrego: es necesa­rio leer y estudiar a Lenin, y todos los grandes textos de antaño y actuales donde se recoge la experiencia de la lucha de clases del movimiento obrero internacional. Es necesario estudiar las obras prácticas del movimiento obrero revolucio­nario, en su realidad, sus problemas y sus contradicciones: en su historia pasada y también, especialmente, en su historia presente. En nuestros países hay, actualmente, inmensas reservas para la lucha de clases revolucionaria. Pero es necesario buscarlas allí donde están, vale decir en las masas explotadas. No se las "descubrirá" sin establecer un contacto estrecho con esas masas y sin las armas de la teoría marxista-leninista. Las nociones económicas burguesas de "sociedad industrial", de "neocapitalísmo", de "nueva clase obrera", de "sociedad de consumo", de "alienación" y tantas otras, son anti-científicas y anti-marxistas. Están hechas para combatir a los revo­lucionarios. Agregaré una última observación, que es la más importante de todas. Para comprender verdaderamente aquello que se lee y estudia en esas obras teóricas, políticas e históricas, es nece­sario hacer directamente la experiencia de las dos realidades que las determinan de un extremo al otro: la realidad de la práctica teórica (ciencia y filosofía) en su vida concreta, y la realidad de la práctica de la lucha de clases revolucio­naria en su vida concreta, en estrecho contacto con las masas. Pues si bien la teoría permite comprender las leyes de la historia, no son los intelectuales, incluso si son teorizantes, sino las masas las que hacen la historia. Es necesario aprender junto a la teoría, pero al mismo tiempo, y esto es capital, es necesario aprender junto a las masas.

Usted le otorga mucha importancia al rigor, comprendiendo en él al vocabulario técnico. ¿Por qué?

Una sola expresión puede resumir la función dominante de la práctica filosófica: "trazar una línea de demarcación entre las ideas verdaderas y las ideas falsas". La frase es de Lenin. La misma frase resume una de las operaciones esenciales de la dirección de la práctica de la lucha de clases: "trazar una línea de demarcación" entre las clases antagónicas. Entre nuestros amigos de clase y nuestros enemigos de clase. Es la misma expresión. Línea de demarcación teórica entre las ideas verdaderas y las ideas falsas, y línea de demarca­ción política entre el pueblo (el proletariado y sus aliados) y los enemigos del pueblo. La filosofía representa la lucha de clases del pueblo en la teoría. En cambio ella ayuda al pueblo a distinguir en la teoría y en todas las ideas (políticas, morales, estéticas, etc.) las ideas verdaderas y las ideas falsas. En principio las ideas verdaderas siempre sirven al pueblo, y las falsas sirven siem­pre a los enemigos del pueblo. ¿Por qué razón la filosofía lucha en torno a las palabras? Las realidades de la lucha de clases están representadas por medio de ideas que son representadas por medio de palabras. En los razonamientos científicos y filosóficos las palabras (conceptos, categorías) son 'instrumentos del cono­cimiento. Pero en la lucha política, ideológica y filosófica, las palabras también son armas, explosivos, calmantes y venenos. Toda la lucha de clases puede a veces resumirse en la lucha por una palabra o contra una palabra. Algunas palabras luchan entre ellas como enemigos, otras palabras dan lugar a un equívoco: la apuesta por una batalla decisiva pero indecisa. Los comunistas, por ejemplo, luchan por la supresión de las clases y por una sociedad comunista donde un día todos los hombres serán libres y hermanos. No obstante, la tradición marxista clásica se negó a decir que el marxismo es un huma­nismo. ¿Por qué? Porque prácticamente, vale decir en los hechos, la palabra "humanismo" es explotada por la ideología burguesa que la utiliza para combatir, o sea para matar otra palabra que es verdadera y vital para el proletariado: lucha de clases. Los revolucionarios, por ejemplo, saben que todo depende, en última instancia, no de las técnicas, de las armas, etc., sino de los militantes, de su conciencia de clase, de su abnega­ción y de su coraje. No obstante la tradición marxista se ha negado a decir que es el hombre quien hace la historia. ¿Por qué? Porque prácticamente, vale decir en los hechos, esta expresión es explotada por la ideología burguesa que la utiliza para combatir, para matar otra expresión verdadera y vital para el proletariado: son las masas las que hacen la historia. La filosofía, hasta en sus abundantes trabajos teóricos, en los más abstractos y más difíciles, combate al mismo tiempo por las palabras: contra las palabras falsas, contra las pala­bras equívocas, y en favor de las palabras justas. Combate por los "matices". Lenin dijo en "¿Qué hacer?": "Es necesario ser miope para considerar inopor­tunas o superfluas las discusiones de fracción y la delimitación rigurosa de los matices. De la consolidación de tal o cual matiz puede depender el porvenir de la social-democracia rusa durante largos, muy largos años". Este combate filosófico por las palabras es una parte del combate político. La filosofía marxista-leninista no puede realizar su trabajo teórico, abstracto, riguroso, sistemático, sino con la condición de luchar también por palabras muy sabias (concepto, teoría, dialéctica, alienación, etc.) y sobre palabras muy simples (hombre, masas, pueblo, lucha de clases).