20 de diciembre de 2012

Siete hombres de Praga (4). Tycho Brahe, los últimos ochocientos cincuenta días de su vida

De los cuatro grandes núcleos que componen la ciudad de Praga, el más antiguo es Staré Město (Ciudad Vieja) cuyos orígenes se remontan al siglo VIII, aunque recién en 1061 -con el establecimiento de los duques de Bohemia- obtuvo el rango de ciudad. En 1245 se construyó allí Josefov -el barrio judío-, separado por una muralla y teniendo su administración propia. Los conflictos con la población germana dieron lugar al nacimiento de Malá Strana (Barrio Chico) en 1257, originalmente destinado a solo a pobladores de ese origen. En 1348, convertida Praga en la capital del Sacro Imperio Romano Germánico, nació Nové Město (Ciudad Nueva) como asentamiento de los nacionalistas checos y, en 1598, se creó Hradčany (Distrito del Castillo) que hasta entonces había sido un caserío construido en los alrededores del Castillo de Praga y en el cual moraban los sirvientes y los artesanos al servicio del monarca. La unificación de los cuatro distritos se produjo en 1784.
La Ciudad Vieja es la zona más pintoresca de Praga. Desde la Prasná brána (Torre de la pólvora), en la actual Náměstí Republiky (Plaza de la República), callejuelas sinuosas sorprenden con sus casas coloridas de estilos de lo más variados y marcan el recorrido que seguían los monarcas, la Ruta Real, en el momento de la coronación. En este camino pasaban por la Staroměstské náměstí (Plaza de la Ciudad Vieja), una antigua plaza-mercado que, con el paso del tiempo, se fue rodeando de lujosas casas de estilos diversos, cada una con su propia historia de intrigas entre ricos comerciantes y nobles que fueron sus propietarios. Alrededor de esta plaza hay edificios que resumen la historia de la ciudad, como los portales de Ungelt, restos de las construc­ciones del antiguo mercado que data del siglo XI, la iglesia barroca de San Nicolás y el Palacio Kinsky, ambos del siglo XVIII, y la iglesia gótica de Tyn, del siglo XIV, donde está enterrado el astrónomo danés Tycho Brahe.
Tyge Ottesen Brahe, tal su nombre danés luego latinizado Tycho Brahe, nació en Knudstrup -antes Dinamarca, actualmente en la provincia de Escania, Suecia- el 14 de diciembre de 1546. Si bien sólo vivió en Praga los veintiocho últimos meses de su vida, estos fueron fundamentales para el desarrollo de la astronomía en Bohemia. Su influencia fue decisiva en el ideal científico de las generaciones posteriores y sentó las bases para el desarrollo de las investigaciones sobre el movimiento de los planetas que posteriormente llevaría a cabo Johannes Kepler (1571-1639) allí mismo, e incluso le serviría un siglo más tarde al propio Isaac Newton (1642-1727) para formular en Inglaterra su ley de la gravitación universal.
Hijo del gobernador del castillo de Helsingborg, Brahe fue apadrinado por un tío terrateniente y vicealmirante, acaudalado miembro de la nobleza danesa que se encargó de su educación. A los siete años ya hablaba el latín con facilidad, escribía poemas y componía música. En 1559 fue enviado a la Universidad de Copenhague para estudiar Retórica y Filosofía y, entre 1562 y 1565, cursó estudios de Derecho en la Universidad de Leipzig. Sin embargo, el eclipse de sol producido el 21 de agosto de 1560 cambiaría su vida para siempre. Leyó las obras del astrónomo y matemático greco-egipcio Claudio Ptolomeo (90-168), basadas muchas de ellas en los descubrimientos de Hiparco de Nicea (190-127 a.C.), y a partir de allí decidió dedicarse a la astronomía, disciplina que durante una primera época estudiaría de manera autodidacta. Ya a los diecisiete años empezó a escribir sus observaciones de los cielos de una manera sistemática tras observar que la conjunción entre Júpiter y Saturno prevista en las Tablas alfonsíes del siglo XIII no ocurrió en la fecha prevista. Aquellas, basadas en el sistema geocéntrico, estaban erradas en un mes, mientras que las construidas a partir del modelo de Nicolás Copérnico (1473-1543) lo hacían en apenas unos días. Esto le hizo pensar en la necesidad de realizar nuevas observaciones planetarias con mayor precisión sobre las cuales se pudiesen construir tablas astronómicas más exactas y para ello debían usarse instrumentos con los cuales realizar estas observaciones. Viajó entonces a Wittenberg, Rostock, Basilea y Augsburgo, en cuyas universidades profundizó sus estudios en Matemáticas, pero también en Astrología y Alquimia, al tiempo que adquiría los instrumentos astronómicos más avanzados de la época.
Poco después de su regreso a su país natal, el 11 de noviembre de 1572 Brahe observó una nueva estrella en la constelación de Casiopea, una estrella tan brillante que incluso superaba el brillo del planeta Venus y podía verse a luz del día. Un fenómeno de tal magnitud había sido descrito por el historiador romano Gayo Plinio Cecilio Segundo (23-79) en su "Naturalis historia" (Historia natural) al contar un suceso similar acaecido en el año 125 a.C. y que, dada la supremacía de la doctrina aristotélica de la inmutabilidad de los cielos, fue atribuido a un fenómeno meteorológico y no tuvo mayor trascendencia. Esta doctrina llevaba siglos imponiéndose y, por lo tanto, la aparición de una nueva estrella en el cielo produjo una serie de interrogantes debido a que no era compatible con la teoría ptolemaica y se acercaba más a la copernicana. La nova (hoy conocida como Supernova de Brahe) permaneció visible hasta marzo de 1574 y luego se fue apagando lentamente. Brahe la observó durante todo ese tiempo tratando de calcular su distancia y su movimiento. Aplicando sus conocimientos en trigonometría para determinar la paralaje, Brahe dedujo que la nova pertenecía a la esfera de lo que por entonces se conocía como estrella fija. Mientras el astrónomo alemán Michael Mästlin (1550-1631) y su colega inglés Thomas Digges (1546-1595) utilizaron hilos para comprobar que la estrella no se movía, Brahe usó un sextante, llegando todos a la misma conclusión. Los resultados de su trabajo los publicó en "De nova et nullius aevi memoria prius visa stella" (Sobre la nueva y nunca antes vista estrella), libro que provocó una verdadera revolución en el campo de las ciencias astronómicas y cimentó su prestigio como astrónomo.
Brahe, un hombre religioso, no aceptaba la teoría copernicana que reducía a la Tierra a un papel secundario en el Universo. Propuso en cambio su propio sistema de mecánica celeste que vino a ser una solución de compromiso entre el sistema geocéntrico ptolemaico y el heliocéntrico copernicano: las estrellas y los planetas giraban alrededor del Sol, y éste y la Luna giraban a su vez alrededor de la Tierra. De esta manera conservaba formalmente el principio aristotélico de presunta inmovilidad de la Tierra y su posición central en el universo. La discusión suscitada por el movimiento de un cometa avistado el 13 de noviembre de 1577 le brindó la oportunidad de exponer su sistema en su "De mundi aetherei recentioribus phaenomenis" (Acerca del nuevo fenómeno en el mundo eterno), un texto en el que demostraba la condición de objetos celestes de los cometas -contrariamente a la naturaleza atmosférica que le atribuía Aristóteles- y observaba que su órbita podía no ser exactamente circular sino elíptica. También incluyó las primeras correcciones en la medición de las distancias de los astros debidas a la refracción de la luz en la atmósfera, con lo que un gran número de anomalías en sus órbitas fueron descubiertas.
Pronto Brahe empezó a gozar de una sólida reputación como astrónomo. En 1575 dio varias conferencias sobre Astrología y los orígenes de la Astronomía en la Universidad de Copenhague a petición expresa del rey Federico II quien, por decreto real del 23 de mayo de 1576, le otorgó una generosa pensión y la pequeña isla de Hven en el estrecho de Sund, al sur de Copenhague, para que construyese un observatorio. Allí, Brahe edificó el castillo de Uraniborg, un suntuoso palacio al que equipó con un laboratorio, una imprenta, una biblioteca y una gran cantidad de monumentales y perfeccionados instrumentos, algunos de los cuales fueron ideados por él mismo: cuadrantes murales, sextantes, esferas armilares, escuadras y gnomones con gigantescas escalas graduadas para obtener la mejor precisión posible en la determinación de las coordenadas celestes y de otras medidas astronómicas. A este observatorio, considerado el mejor de la era pretelescópica, Brahe posteriormente le agregó otro, subterráneo, al que llamó Stjerneborg.
Durante las dos décadas que pasó allí, sus observaciones astronómicas le permitieron detectar la variación de los movimientos lunares, calcular la longitud de un año con un error inferior a un segundo y observar todos los movimientos planetarios -fundamentalmente los de Marte- que años más tarde le servirían a Kepler para formular sus leyes planetarias. Fruto también de esas investigaciones fueron sus obras "Astronomiae instauratae progymnasmata" (Ejercicios introductorios a la astronomía), en la que elaboró una tabla para corregir posibles errores de las observaciones de los efectos de la refracción atmosférica e incluyó un catálogo de setecientas setenta y siete estrellas, y "Astronomiae instauratae mechanica" (Mecánica de la nueva astronomía) en la que representó y describió en detalle los instrumentos que había utilizado tanto en Uraniborg como en Stjerneborg.
Al morir el rey Federico II, en 1588, le sucedió su hijo Christian IV quien a la sazón contaba con once años de edad, por lo que los asuntos del Estado eran manejados por un Consejo del Reino. Ocho años después, el nuevo rey le quitó la pensión anual y sus derechos sobre la isla, por lo que abandonó definitivamente Dinamarca llevándose todos sus libros e instrumentos. Tras una estancia temporaria en Hamburgo, en junio de 1599 llegó por fin a Praga invitado por el emperador Rodolfo II, un monarca que había sido educado en España por los jesuitas y le interesaba la astrología, quien le concedió el título de Matemático Imperial, lo instaló en el castillo de Benátky a unos pocos kilómetros de la ciudad y le ofreció una pensión de 3.000 florines anuales para que continuase con sus investigaciones y le predijera el porvenir a los miembros de la Corte. Sin embargo, las demoras en la llegada de todos sus instrumentos y el incumplimiento de la paga prometida (de hecho, no alcanzaba a la mitad de lo convenido), motivaron continuas desavenencias entre Brahe y la corte del emperador.
Descontento por su alejamiento de la capital y con las obras del castillo sin terminar, Brahe retornó a la ciudad, donde el emperador puso a su disposición los jardines reales y varios edificios anexos e incluso le compró una casa cercana para alojar en ella al astrónomo y su familia. Así, entre agosto de 1599 y junio de 1600, Brahe vivió en la calle Nový Svět del distrito de Hradčany, al pie del castillo imperial. Una vez instalado definitivamente en Benátky, el astrónomo danés se puso a trabajar y pronto comenzaron a acumularse una enorme cantidad de datos, registros, gráficos y cuadernos de notas, al punto tal que fue necesario convertir en almacén una parte del castillo. También instruyó a sus colaboradores y discípulos sobre la necesidad de hacer observaciones durante un período prolongado (por ejemplo, Marte durante cuatro años y Saturno durante treinta) a fin de obtener registros completos de sus respectivos ciclos. En tanto, y debido al abrumador trabajo, a principios de diciembre de 1599 Brahe había decidido invitar al matemático y astrónomo germano Johannes Kepler.
Brahe lo conocía desde que, en 1596, Kepler le enviase un ejemplar de su "Mysterium cosmographicum" (El misterio cósmico), obra que lo había impresionado profundamente. Kepler llegó a Praga desde Graz a mediados de enero de 1600 y se entrevistó con Brahe por primera vez el siguiente 4 de febrero, trece días antes de que, en la Piazza dei Fiori, Roma, el astrónomo y teólogo italiano Giordano Bruno (1548-1600) fuera quemado en la hoguera acusado de herejía y apostasía. Durante el tiempo que duró la fructífera colaboración, la relación entre ambos astrónomos fue bastante tormentosa, mezcla de una mutua admiración e inocultables recelos. De todas maneras, y a pesar de la creciente tensión entre ambos, la inmensa cantidad de observaciones realizadas por Brahe después de tantos años pasaría a manos de Kepler. Esto ocurrió luego de que, el 13 de octubre de 1601, Brahe asistiera a una cena en casa del estadista político Petr Vok von Rosenberg (1539-1611) y sufriera una presunta indigestión. De regreso en su casa, Brahe sufrió desvanecimientos, insomnio, fiebre y episodios de delirio.
Finalmente, el 24 de octubre, aquellos penetrantes ojos que habían exploraron el cielo durante cuarenta años sin ayuda del telescopio, se cerraron para siempre. Sus últimas palabras, según relató Kepler, fueron: "Ne frustra vixisse videar" (Espero no haber vivido en vano). Su cuerpo fue sepultado con gran ceremonia en la iglesia de Tyn, donde se encuentra todavía hoy. Un gran monumento de mármol con su figura se erigió a su lado en 1604. Todo su instrumental astronómico, que había servido para acceder a tantos misterios celosamente guardados por el universo, fueron almacenados y, algunos años más tarde, durante la Guerra de los Treinta Años, fueron quemados.