8 de agosto de 2010

Los surrealistas (5). Robert Desnos, Hans Arp & Tristan Tzara

Para los poetas surrealistas la escritura automática no era un fin en sí mismo sino un medio para acceder a una literatura diferente. Al respecto, señalaba Eluard en 1921 en "Les nécessités de la vie et les conséquences des rêves" (Las necesidades de la vida y las consecuencias de los sueños): "Se ha podido pensar que la escritura automática hacía inútiles los poemas. No: aumenta, desarrolla únicamente el campo de examen de la conciencia poética, enriqueciéndola. Si la conciencia es perfecta, los elementos que la escritura automática extrae del mundo interior se equilibran con los del mundo exterior. Reducidos entonces a una igualdad, se entremezclan, se confunden, para formar la unidad poética". Así pues, el Surrealismo pretendió liberar el inconciente creador con el objeto de lograr que ciertas combinaciones de imágenes oníricas, especialmente la capacidad desinhibitoria de éstas, pudiesen empapar la vida cotidiana. Apelando a la interpretación freudiana del sueño, la imagen surrealista trabajó con la abolición de las leyes lógicas y las categorías de espacio y tiempo. Esa imagen surrealista tenía una finalidad urgente: la sorpresa, pero también otra anexa: la creación de una realidad superior o suprarrealidad.


El crítico literario español José Luis Giménez Frontín (1943-2008), en su ensayo "El Surrealismo. En torno al movimiento bretoniano" de 1978, define a la imagen como "una unidad propia del poema que permite al lector una instantánea reconciliación entre el nombre y el objeto, entre la representación y la realidad". Y añade: "La imagen tiene el poder de trascender el lenguaje y acceder a una realidad superior, recibida del absoluto por medio de la inspiración que goza o sufre el poeta. Cada vez que nos servimos de las palabras, las mutilamos. Pero el poeta no se sirve de las palabras, es su servidor. Al servirlas, las devuelve a su plena naturaleza, les hace recobrar el ser". Por su parte, los historiadores de la literatura francesa Henri Béhar (1940) y Michel Carassou (1958) publicaron en 1984 un completísimo ensayo: "Le Surréalisme. Textes et débats" (El Surrealismo. Textos y debates). En él puede leerse, acerca de la escritura surrealista y su estrecha vinculación con la imagen, que "los surrealistas, poetas ante todo, desarrollaron una reflexión sobre sus medios de expresión y, particularmente, sobre la imagen, vehículo privilegiado de la poesía. No se trata de retórica, sino de vida y acción en la medida en que las imágenes les parecen, a partir de la experiencia del automatismo, dictadas por el inconsciente. Enunciándolas, el poeta tiende un puente a lo objetivo, entra en resonancia con el universo y, por ellas, aspira a transformarlo".


En 1924, el poeta francés Pierre Reverdy (1889-1960) en un artículo de la revista "Nord-Sud" -que él había fundado en 1917 junto al poeta vanguardista chileno Vicente Huidobro (1893-1948)-, definía a la imagen como una "pura creación del espíritu". "La imagen -dice Reverdy- no puede nacer de una comparación, sino del acercamiento de dos realidades más o menos alejadas. Conforme las relaciones de las dos realidades aproximadas sean más lejanas y exactas, la imagen será más fuerte, tendrá más potencia emotiva y más realidad poética". Y concluía: "Una imagen no es fuerte porque sea violenta o fantástica, sino porque la asociación de ideas producida sea lejana y exacta. Lo grande no es la imagen, sino la emoción que ella provoca, y la emoción así provocada es pura, poéticamente, porque nace fuera de toda imitación, de toda evocación, de toda comparación". Para Béhar y Carassou en cambio, "el criterio de fuerza y autenticidad de la imagen surrealista reside en su imprevisión, en su voluntaria discontinuidad, en la inmediatez de su emanación. La imagen es una chispa tanto por su fulgor como por su fugacidad. En la medida en que la metáfora presente un carácter explosivo o incoherente, tendrá más potencia sugestiva y expresará mejor el sentido de la participación cósmica". Y Breton remató: "Las imágenes más vivas son las más fugaces", en "Ode á Charles Fourier" (Oda a Charles Fourier) en 1947.


El filósofo y crítico literario alemán Walter Benjamin (1892-1940) a su vez, expresó su punto de vista en "Der Surrealismus" (El Surrealismo) de 1929. Dice: "El Surrealismo irrumpió en figura de ola que inspira sueños... La vida parecía que valía la pena vivirse cuando el umbral entre la vigilia y el sueño quedaba desbordado por el paso de imágenes que se agitan en masa. El lenguaje era sólo lenguaje, el sonido y la imagen, la imagen y el sonido, se interpenetraban con una exactitud automática, tan felizmente que ya no quedaba ningún resquicio para el grosor del sentido".

Robert Desnos (1900-1945) publicó sus primeros poemas dadaístas en 1917 en el periódico "La Tribune des Jeunes". Poco después conoció a Breton y, mientras trabajaba como columnista en el "Paris Soir", ingresó al grupo surrealista demostrando una especial aptitud para oficiar de medium y practicar la escritura automática. Hacia 1927 se patentizaron sus diferencias con el grupo -"Creo cada vez más que la escritura y el lenguaje automáticos no son más que los estados elementales de la iniciación poética", declaró- y fue derivando hacia una poesía más clásica. Crítico de cine, periodista, locutor de radio, polemista, Desnos es autor de los poemarios "Etat de veille" (Vigilia), "Les ténèbres" (Las tinieblas) y "L'honneur des poètes" (El honor de los poetas), y de las novelas "Deuil pour deuil" (Duelo por duelo) y "La liberté ou l'amour" (La libertad o el amor), entre muchos otros. En 1922 Max Ernst pintó un famoso retrato: "Au rendez-vous des amis" (La reunión de los amigos). Allí aparecen los poetas y artistas que, dos años después, conformarían el movimiento surrealista: Crevel, Soupault, Eluard, Aragon, Breton y Desnos, entre otros. Esas reuniones, que se realizaban en el estudio de Breton, incluían sesiones de trance hipnótico cuyo principal animador era Desnos. Ernst, en cambio, no se permitió jamás caer en trance. Lo que sí se permitió fue presentar a Hans Arp en el nº 19 de la revista "Littérature" de mayo de 1921, y lo hizo así:

Desde la plaza de la ópera lo vemos destacarse día y noche sobre el fondo del cielo. Le debemos a él las sesenta formaciones de cráneos desde la mancha de niebla hasta la mancha de color. Es él quien ocupa 3.000 zimosímetros por día en la reparación del hastío. Es una invención de alta precisión y aún de mayor importancia que la llave del amor descubierta por augusto rodin... Lamentamos mucho que le falte todavía la constipación del material cultivado tan cuidadosamente por pablo pi pablo. Por otra parte se le ha reprochado algunas veces el haber olvidado la riqueza de las plantaciones anatómicas y el colorido tubífero que tanto admiramos en Max Ernst así como la prima-hermana ilusoria manejada tan graciosamente por los padres de la iglesia así como la deliciosa maquinita de pulverizar antepasados... Su hada buena sixtina repetirá seis veces por semana que este notable espíritu no sabe comer carne y se enferma de lepra en el acto pero yo lo he visto vender su sífilis con buen apetito he visto que lleva (con una pequeña carretilla construida a tal efecto) dos kilos diarios de tetas y de salchichas a la casa paterna... Desde el nacimiento toma partido por las tres virtudes teológicas y por el teorema de Arquímedes que dice que se debe medir el cuerpo con lo corporal... Para no violar el gusto de su hermano reparte en dos sus morros y tatúa todos los asterismos sobre la lengua así como los diagramas de todas las inflorescencias y también los pulpos. Esto no le impide escuchar siempre favorablemente las pequeñas margaritas que entran al compás de las ubres. Guarda en su seno relámpagos perspectivos en las grietas de sus omóplatos anida la golondrina de los muros en la caracola de su oreja atrapa aerolitos al voleo su corazón y sus riñones son perfectamente desarmables.

Hans Arp (1886-1966). Poeta, pintor y escultor alsaciano, escribió indistintamente en francés y alemán. Estudió arte en Weimar y París, y después permaneció pintando en Suiza varios años. Cofundador del Dadaísmo junto con Tzara y Hugo Ball (1886-1927), a partir de 1926 se instaló cerca de París participando de las actividades del movimiento surrealista. Esto no le impidió colaborar al mismo tiempo en revistas y exposiciones específicas de arte abstracto. En la década de 1930 comenzó a realizar esculturas, collages, grabados y litografías. Simultáneamente, a lo largo de toda su vida escribió poesía y ensayo. Sobresalen los textos de "Konfiguration" (Configuración), "Auch das ist nur eine wolke" (Incluso esto es sólo una nube), "Worte mit und ohne anker" (Las palabras con y sin anclaje), "Des taches dans le vide" (Manchas en el vacío), "Poèmes sans prénoms" (Poemas sin nombre) y "Jours effeuillés" (Días son hojas). Su obra ha ejercido una gran influencia en la joven poesía alemana. En 1916, en el Cabaret Voltaire de Zúrich, un sitio donde solían reunirse poetas y artistas que huían de la guerra, Arp conoció a Tristan Tzara. Con él y Hans Richter (1888-1976), Richard Hülsenbeck (1892-1974) y Marcel Janco (1895-1984) fundaría el mas radical de los movimientos de la primera vanguardia, el Dadaísmo. Dijo de Tzara en la revista "Dada au grand air" en 1921:

Declaro que Tristan Tzara encontró la palabra DADA el 8 de febrero de 1916 a las seis de la tarde. Yo estaba presente junto con mis doce hijos cuando Tzara pronunció por primera vez esa palabra que suscitó en nosotros un legítimo entusiasmo. Fue en el café Terrasse de Zürich y yo llevaba un bizcocho en el orificio izquierdo de la nariz. Estoy convencido de que esa palabra no tiene ninguna importancia, y que sólo los imbéciles y los profesores españoles pueden interesarse en las fechas. A nosotros nos interesa el espíritu dada, y ya éramos todos dada antes de que dada existiera. Las primeras Santas Vírgenes que pinté datan de 1886 cuando yo tenía apenas algunos meses y me divertía en orinar láminas impresas. Me cago en la moral de los idiotas y en la fe que depositan en los genios.

Tristan Tzara (1896-1963) es el seudónimo del poeta y ensayista Samuel Rosenstock. Nacido en Moinesti, Rumania, fue el principal animador del Dadaísmo como movimiento de oposición al orden establecido mediante la ruptura con la lógica del lenguaje. Su primer libro de poemas -"La première aventure céleste de Mr. Antipyrine" (La primera aventura celeste del señor Antipirina)- data de 1916, al que siguió "Vingt-cinq poèmes" (Venticinco poemas) en 1919. Un año antes había publicado en París el primero de los siete manifiestos dadaístas. A pesar de estar en contacto con el grupo de la revista "Littérature", Tzara no adhirió al Surrealismo, con el que tuvo momentos de coincidencias y de alejamientos. Sin embargo, después de poner fin al movimiento Dada se reconcilió con los surrealistas y, desde 1930 a 1935, contribuyó a definir la acción, los temas y la teoría del movimiento. En 1935, se separó definitivamente del grupo para adherir al Partido Comunista francés y, durante la Segunda Guerra Mundial, participó en la Resistencia francesa. Luego de la guerra su poesía se tornó más intimista y reflexiva: "La fuite" (La huída), "La face intérieure" (El rostro interior) y "La rose et le chien" (La rosa y el perro) son ejemplos de ello. Destacan también sus textos en prosa "L'homme approximatif" (El hombre aproximado), "Où boivent les loups" (Donde beben los lobos) y "Le surréalisme et l'après-guerre" (El surrealismo y la posguerra). En 1935 publicó "Grains et issues" (Semillas y resultados), que incluye el siguiente poema:

Permanecí ajeno a todo fui expulsado de todo/ solo a solo a solo/ espejo replegado sobre sí mismo/ brindis de fisura flor de obsidiana/ por donde las ardillas arden se marchita el valle/ en la serena agilidad de sus multiplicidades/ rojizas y la dura arista donde la aurora gira/ se ha precipitado como una cota de mallas/ sobre el cuello del desierto/ rumor de presa adornada con espesas alas/ por siempre te veré erigido sobre la testa sin corona/ semejante a un barco amenazante a una pizca de veneno/ a la fuerza de los hogares encendidos en un cielo desplumado/ zumbante hechizante en la tierra adormecida/ al abrigo de las llaves/ por doquier te veré sedienta agitación y sin embargo sola/ resistiendo a los muros y puñados de sal bajo la luz/ extendidos por la vanidad saludable de tu cuerpo/ ajeno a todo fuera de todo/ cuando la sombra se desploma desde la cima de las finas pestañas/ donde la hierba enseña al viento entre cosechas de órbitas/ acostadas como lamentos fríos al pie de pesados rebaños/ el pico en la órbita árida de arena y de invernadas/ que risas y costurones extienden de cresta en cresta/ el enjambre de olas frescas/ cuando solo subsiste en ti burlón de larga data/
una mala broma conocida bajo otras rosas de los vientos/ los relojes en reposo pájaros clementes venidos de los pliegues celestiales/ reposo de la retina viajera/ más allá de los ardores de veranos deslumbrantes/ en las piedras dislocadas donde se espera la aterciopelada cabaña/ quiebra el aspecto de los juncos en su descalabro/ un monstruo se insinúa zambullendo en graneros de avena/ embalsama más allá de las cifras la aventura del hombre de invierno/ ajeno a todo expulsado de todo/ la soledad vieja incuba tamboriles/ en la cabeza de los locos paciencia de pedregullo/ en la manzana desconfiada el huevo del recuerdo/ en la mirada del ahorcado un lazo de seguridad/ los perdidos al borde del encantamiento/ precipitados en el brazalete de poco dolor retardado/ el mismo abismo de los gesticuladores/ planicies de cambiantes mañanas/ deslumbrando túmulos de trombas y patinaderos/ permanecí ajeno a todo fui expulsado de todo.