3 de julio de 2010

Ricardo Petrelli: "En el fútbol danza básicamente el cuerpo, en el ajedrez la mente"

En el boletín nº 44 -correspondiente a la 2da. quincena de julio de 1999- editado por la Federación Cubana de Ajedrez y el I.S.L.A. (Instituto Superior Latinoamericano de Ajedrez) apareció publicado un artículo sobre una obra polémica: el libro "Teoría laberíntica y aristocinética del ajedrez" cuya autoría pertenece al médico psiquiatra argentino Ricardo Petrelli. En el mismo, el cubano Francisco Acosta Ruiz, profesor de Física, de Geometría Descriptiva e investigador de la historia, la teoría y la técnica del ajedrez, escribió: "No estamos en presencia de una concepción filosófica, cuestionable o no, sobre la esencia del ajedrez, sino en presencia de los resultados de una investigación, realizada con todo rigor científico, utilizando la más moderna técnica disponible en nuestra época, y la función del investigador es analizar esos resultados, no cuestionarlos a priori. Negar de plano este principio es ir contra el método científico, y entonces ya no tiene sentido continuar la lectura de este trabajo". Petrelli, por entonces de visita en Cuba, dictó una conferencia en la que explicó: "Esta teoría es un trabajo de investigación científica realizado durante muchísimos años con el supremo auxilio de la cibernética, cuyo objetivo es alcanzar una explicación de los mecanismos que rigen el juego del ajedrez, o sea, arribar a la esencia del mismo. Su tesis fundamental es que el ajedrez es un laberinto en el que se transita exclusivamente por la senda de los óptimos movimientos, y en cada situación particular solamente existe un movimiento mejor, y sólo uno". A partir de esta afirmación, el autor sostiene que "la partida experimental e ideal consta de ochenta y dos movimientos blancos y ochenta y uno negros, que fueron ejecutados uno por uno exclusivamente con métodos cibernéticos, empleando una gran profundidad y un extenso tiempo para la realización de los mismos. La apertura encontrada (1. e4 e5; 2. Dh5) no podría ser más conflictiva. Ausente en la práctica magistral e históricamente desechada por incorrecta (de ahí su escasísima bibliografía) nos arroja la siguiente conclusión: se imponen las blancas, no sólo por el hecho de tener la salida, sino fundamentalmente por ganar un tiempo en el final de la apertura, que finalmente las llevará a la victoria". Efectivamente, siguiendo rigurosamente los pasos de observación, hipótesis, experimentación e inducción, Petrelli estaba proponiendo las bases de un nuevo ajedrez, que él denomina ajedrez de esencia, para diferenciarlo del tradicionalmente conocido y jugado hasta el presente, al cual llama ajedrez de apariencia. Partiendo de una antiquísima y totalmente reprobada apertura, ausente en la práctica magistral, procuró sentar los pilares de su teoría, la que, por todo lo expresado, adquirió características irritantes que ofendieron a los principios del ajedrez moderno sostenidos hasta la actualidad. Ricardo Petrelli nació en Buenos Aires en 1950. Graduado como Médico Psiquiatra en la Universidad de Buenos Aires en 1982, realizó numerosos estudios e interconsultas sobre teorías ajedrecísticas tanto en su país como en el extranjero. En 1993 publicó en Alemania el libro "Schach fatal" (Ajedrez fatal), en donde lanzó por primera vez los principales postulados de su pensamiento ajedrecístico. En ese mismo año obtuvo el título oficial de Promotor de Ajedrez otorgado por la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires y, cuatro años después, fundó el Instituto Argentino de Altos Estudios Ajedrecísticos (I.A.D.A.E.A.), una entidad dedicada a las investigaciones teóricas del juego ciencia, la que preside hasta el presente. También en 1997 publicó su "Teoría laberíntica y aristocinética del ajedrez" y, entre 2000 y 2004, obtuvo sucesivamente los títulos de Arbitro Regional, Nacional e Internacional de ajedrez. En los primeros días de julio del presente año lanza un nuevo libro. Sorpresivamente -o no- no está dedicado al juego-ciencia sino al más popular de los deportes del mundo: el fútbol. Su título es "Sistemas de puntuación en el fútbol argentino" y, unas horas antes de su presentación oficial, fue entrevistado por Blas Sewald, colaborador habitual de esta página.


Usted se recibió de psiquiatra en 1982 y diez años más tarde incursionaba en el mundo del ajedrez. ¿Era esta una afición que venía de antes o comenzó mientras ejercía su profesión?

Mi deslumbramiento por la psiquiatría y por el ajedrez teórico comienzan desde temprana edad, casi en forma simultánea. Ya desde mi época escolar tenía claramente definidas estas dos apasionantes vocaciones.

¿Qué vinculación encuentra entre la psiquiatría y el ajedrez?

Si bien una es una ciencia y el otro un juego, es el cerebro humano el común objeto de estudio en ambas disciplinas. Y esto siempre me pareció más que interesante.

Su primer libro -"Ajedrez fatal"- se publicó en Alemania. ¿Por qué allí y no en la Argentina? ¿Qué repercusiones tuvo?

En mi visita a Alemania conocí gente del ambiente literario que me sugirió e impulsó a editar un libro bilingüe (en español y alemán). Y así nació mi primera obra. Tengo muy gratos recuerdos de ella. A tal punto que en uno de los diez sonetos que allí se encuentran, realicé un enroque en los dos últimos versos.

¿Cómo es posible enrocar en una poesía?

Se la recito y saque usted mismo sus propias conclusiones. Se llama "Metamorfosis". "Todo es inútil si no existe espera./ (Quizás la interminable sea un segundo)./ Ningún instante ha sido tan profundo/ como cuando te vi por vez primera:/ la luz me encandiló. Tal vez sentía/
la avidez de la tarde por la noche./ Y el ayer de este hoy. Y el hoy de anoche./ Y el incierto mañana. Te veía/ en el postrero sol. Y en la cobarde/ fuga de luces en su exacta dosis./ Y en la invisible luna y su psicosis./ Y en el amor que asoma sin alarde./ Y en la metamorfosis de la tarde./ Y en el azul de la metamorfosis".

En su siguiente obra -"Teoría laberíntica y aristocinética del ajedrez"- ensaya una teoría curiosa, la de la partida ideal. ¿Cómo fue recibida por el mundillo ajedrecístico?

Descubrir el mejor movimiento de cada color desde el comienzo hasta el final de la partida siempre fue una quimera para el ser humano. Inicialmente, mi teoría fue muy resistida, pero hasta el presente nadie la ha podido refutar. Y hasta me doy el lujo de tener unos pocos seguidores, que la han comentado en libros de su autoría.

O sea que la polémica continúa vigente…

Sí, por supuesto. Y le doy un anticipo: mi próximo libro, que ya lo estoy concluyendo, será sobre ajedrez y esta tan cuestionada teoría. A fines de este año o a comienzos del siguiente aparecerá, y entonces seguiré echándole más leña al fuego.

A partir de los primeros años de este siglo, comenzó su carrera como árbitro de ajedrez -primero en el ámbito nacional y luego en el internacional- ¿qué significó para usted esta experiencia?

Fue altamente satisfactoria. Tuve la oportunidad de conocer profundamente el mundo del ajedrez, concurrir a muchos países del planeta y codearme con la élite de maestros como ocurre por ejemplo en una olimpíada.

Ahora acaba de publicar su nuevo libro en el que aborda un tema polémico como lo es el sistema de puntuación en el fútbol. ¿Qué lo llevó a encarar el tema?

Yo andaba buscando un nuevo sistema de puntuación para el ajedrez, pero como siempre hubo uno solo, ahondé en otros deportes para poder hacer comparaciones y estudios.

¿Y a qué conclusiones llegó?

A que los sistemas de puntuación son más complejos de lo que yo creía. Y le doy un ejemplo que invita a la meditación. La fuerza ajedrecística de cada jugador se mide con un sistema que lleva el nombre de su creador: Elo. Y hasta ahora, es la forma más adecuada que se ha encontrado para medir la eficiencia deportiva.

¿Cuáles son básicamente, las diferencias entre los distintos tipos de puntuación aplicados a lo largo de la historia del fútbol?

Desde 1891, el fútbol argentino ha aplicado tres sistemas. El primero, que rigió durante más de un siglo, y al que personalmente considero perfecto, es el 2-1-0. El segundo, fue el sistema de penales (3-1 ó 2-0). Y el actual, que es el 3-1-0. En todos ellos, la tabla de puntuaciones local es igual a la tabla visitante, y ahí pensé que se podrían hacer modificaciones.

Usted afirma que el más que centenario sistema 2-1-0 es el ideal. ¿Puede explicarnos por qué?

El sistema mencionado es igual al sistema 1-0,5-0 del ajedrez. Son perfectos. Se la hago difícil: en ambos, el empate es igual a la semisuma de los puntos otorgados al triunfo y a la derrota. Si la quiere más fácil: el empate está a igual distancia del triunfo que de la derrota. Y otra cosa importantísima: el puntaje aplicado no otorga incentivaciones ni desincentivaciones de ninguna naturaleza. Le da a cada uno de los tres resultados deportivos su valor exacto. Es una forma de medición, como bien digo en mi libro, irritantemente perfecta.

¿Qué pasa en el sistema 3-1 ó 2-0?

El sistema le otorga un punto a cada equipo en caso de empate. Y el tercero se lo da al que gane una serie de penales. Si hilamos muy fino, como muchas series de penales se terminan compensando, el sistema acabaría transformándose en un 3-1,5-0 y funcionaría como los anteriores.

¿Qué ocurre en el sistema vigente, o sea en el 3-1-0?

Este sistema es una aberración de la naturaleza. El empate es la tercera parte del triunfo. ¡Qué desastre! Me repugna lo intrínseco de su filosofía: incentivar el triunfo por penalización del empate.

Y en el que usted propone, ¿qué sucede?

Si se lo cuento, no le vendería un libro ni siquiera al más generoso de los jeques árabes. Se perdería el encanto, la magia…

¿No nos daría aunque sea un pequeño anticipo?

Hoy me encuentra pródigo. Le doy una sola pista: el sistema no tiene solución dentro del campo de los números naturales.

¡Ah! ¡Ahora me quedo más tranquilo! Pero, el sistema por usted propuesto, ¿en qué beneficiaría a esta competencia deportiva?

Fundamentalmente en tres aspectos. El sistema propone una exacta medición del empate, una justa valorización de la eficiencia deportiva y un aumento en el cálculo de posibilidades futuras durante el desarrollo de un torneo.

Si alguna de las disciplinas deportivas adoptara su nuevo sistema, usted sería Gardel…

Veamos el otro aspecto. Si mi sistema pasara totalmente inadvertido, sería yo el que tendría que ir a cantarle a nuestro egregio zorzal criollo… ¡Já, já, já! Hay que tomar todo esto con humor y sin dramatismo alguno. Así debe ser. No se trata de calcular a la perfección la trayectoria de un meteorito para ver si impacta o no contra nuestro planeta. Es tan sólo un agradable ejercicio de productividad intelectual… y sanseacabó.

¿Existe un hilo conductor entre el ajedrez y el fútbol?

Fíjese que en ambas disciplinas están presentes los tres resultados deportivos: el triunfo, el empate (tablas) y la derrota. El trípode perfecto. Y no todos los deportes tienen esa clase de lujos. Además, ambas son danzas. En el fútbol danza básicamente el cuerpo, en el ajedrez la mente.

Las matemáticas están presentes en las dos teorías que usted propone. ¿Cómo llegó a ellas?

El camino fue el inverso. Las matemáticas llegaron a mí. Sin su auxilio, no hubiera podido elaborar absolutamente nada.

Volviendo a los sistemas de puntuación, el que usted propone, ¿es el mejor de todos?

Es sólo un buen sistema. Nunca se olvide que lo mejor es enemigo de lo bueno.

Para finalizar, ¿incluyó en esta, su última obra, alguna poesía como ya lo hizo en otra oportunidad?

Sí, y de manera bilingüe (español e inglés). Se llama "La creación del balompié". Y la hice para honrar a esta forma de expresión corporal que es la más gratificante que encontré en toda mi vida.