28 de febrero de 2010

Francois Chesnais: "El establecimiento del mercado mundial implica que las contradicciones del capital se despliegan a una escala planetaria"

En una reciente entrevista, el vicepresidente de Estados Unidos admitió que, actualmente, Washington está en bancarrota. En el último Foro Económico de Davos se habló de la inestabilidad política en ese país y se dijo que se ha convertido en algo impredecible para el mundo. Paul Krugman (1953), Premio Nobel de Economía 2008, se refierió al tema declarando: "Siempre supimos que el reinado de Estados Unidos como la nación más grande del mundo llegaría eventualmente a su fin, pero la mayoría de nosotros pensamos que nuestra caída, cuando se produjera, sería algo imponente y trágico. En cambio, lo que conseguimos, más que una tragedia, es una farsa mortífera". Mientras tanto, un artículo del semanario "The Economist" subraya que crece y crece la idea de que Estados Unidos es "ingobernable" y una encuesta de Gallup estima que cerca de treinta millones de estadounidenses, un 20% de la fuerza de trabajo, están desocupados o apenas se defienden con empleos de medio tiempo. En ese sentido, cobra relieve la siguiente entrevista realizada bastante tiempo antes por la revista de teoría y política "Desde el marxismo" en su nº 1 de octubre de 2008 al economista francés Francois Chesnais (1937), quien es profesor de Economía Internacional de la Universidad París XIII y director de la revista "Carré Rouge". Chesnais es miembro del Consejo Científico de la Asociación para la Tasación de las Transacciones Financieras y para la Ayuda a los Ciudadanos (ATTAC) y milita en el Nouveau Parti Anticapitaliste (Nuevo Partido Anticapitalista - NPA) de Francia. Entre 1962 y 1992, ejerció como economista principal de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo de la Economía (OCDE) y como coordinador de proyectos de investigación en la Dirección de las Ciencias, la Tecnología y de la Industria (DSTI). Ha desarrollado múltiples investigaciones sobre la globalización del capital, tanto industrial como financiero, las que se reflejan en numerosas publicaciones. Entre ellas cabe mencionar "La mondialisation du capital" (La globalización del capital), "La mondialisation financiére. Genése, coúts et enjeux" (La globalización financiera. Génesis y cuestiones de costos), "La finance mondialisée. Racines sociales et politiques, configuration, conséquences" (La finanza globalizada. Raíces políticas y sociales, configuración, consecuencias), "Actualiser l'économie de Marx" (Actualizar la economía de Marx), "Mondialisation. Le capital rentier aux commandes in les temps modernes" (La globalización. Los controles del capital rentista en los tiempos modernos), "Mondialisation et impérialisme" (La globalización y el imperialismo), "Compétitivité internationale et dépenses militaires"
(Competitividad internacional y gastos militares) y "La finance capitaliste" (Las finanzas capitalistas).En su artículo "El fin de un ciclo. Alcance y rumbo de la crisis financiera" usted plantea la importancia de partir de los análisis de Marx para analizar la crisis actual. ¿Qué elementos le parecen centrales?

La hipótesis central del artículo es que estamos ante una crisis que sólo se puede analizar partiendo de la economía mundial como un todo. Este trabajo es un intento para pensar la economía mundial como resultado de la última etapa de políticas de liberalización y desregulación pensadas en Estados Unidos, pero que a la vez han producido una transformación profunda de la economía mundial, dentro de la cual Estados Unidos es ahora sólo uno de los polos de la acumulación. Para entender esta economía mundializada es necesario recurrir al concepto de mercado mundial como Marx lo utilizó. Creo que esto es muy importante en toda la discusión sobre la crisis, donde el análisis económico debe combinarse con el político. Porque estamos ante una situación en la que el estatuto de Estados Unidos como potencia, como poder hegemónico mundial, que tenía su correlato en el plano económico, viene siendo minada. Desde hace años, viene acumulando déficits, comercial y fiscal. Esto expresa procesos que tienen que ver con que el capital estadounidense intentó enfrentar la caída de la tasa de ganancia, apoyado en la dominación financiera -aunque eso no es lo esencial- durante los '80 y '90. Todo lo hecho en el plano político, puede ser interpretado en mi opinión, como respuestas a la caída de la tasa de ganancia. Lo que se analiza en términos de globalización, todo lo que ha llevado a China a ganar peso en la economía mundial, a acelerar su tasa de acumulación a niveles sin precedentes, e incluso le ha permitido a China ganar quince o veinte años, sólo puede entenderse en el marco de medidas que corresponden todas, en términos generales, a aquello contemplado por Marx en el capítulo referido a los factores contrarrestantes a la caída de la tasa de ganancia. Combinado con esto, estuvo el exponencial desarrollo del capital ficticio, y en particular el salto de una fase en la que primaban formas aún controlables de capital ficticio (como el capital por acciones) a la titularización de deudas que estamos viendo ahora. En el caso del capital por acciones, dentro de ciertos límites es posible asegurarse que el flujo de dividendos se sostenga, y su caída va a implicar una desvalorización del capital accionario. Respecto de la deuda estatal también es posible, fuera de condiciones de crisis económico-política excepcional, asegurarse el flujo de pagos de capital e intereses. Y también podemos decir lo mismo de niveles normales de crédito bancario, controlado por las técnicas tradicionales de los bancos centrales. Toda la teoría de política bancaria establecida a partir de las grandes crisis del siglo XIX (y aplicada en Estados Unidos por primera vez en el gobierno de Roosevelt) puede permitir un cierto control del capital ficticio. Pero por la amplitud de la acumulación puramente financiera, por el tamaño de la masa de capital que buscaba valorizarse por vías puramente especulativas, combinado con la elaboración de políticas monetarias que tenían como único efecto mantener al capital ficticio, llevó a la necesidad de tener nuevas fuentes para la valorización puramente financiera. La extensión del crédito de consumo a los trabajadores y el crédito hipotecario masivo en los últimos años, llevaron a este salto en la masa de capital ficticio. Esto fue hecho en dos etapas: primero a partir de la crisis asiática y como forma de contener sus efectos sobre Wall Street, y después en una escala muy superior frente a la crisis de 2001/2002. En todo ese proceso de creación de formas de capital ficticio más y más arriesgadas, se generó mayor vulnerabilidad: bastaba que ocurriera un pequeño problema en la cadena, para que todo se derrumbe. Cuando hablamos de capital ficticio, queremos decir que no tiene existencia, que entra en las cuentas de una sociedad financiera o de un banco, o del ahorrista individual. La dimensión exorbitante en que se creó capital puramente contable, sin correlato en la generación de plusvalor, resultó en lo que está pasando hoy. En este marco, el salvataje que se proponen llevar a cabo, probablemente va a tener pocos efectos.

¿Cuál es el límite de la medida de salvataje propuesta?
Hay tres límites. El primer límite es que respecto a los activos tóxicos, no hay proporción entre el monto que se proponen gastar, u$s 700.000 millones, y el de estos activos. Algunos dicen que sólo se cubriría un 15% del total. Se espera que esto permita recomponer la cadena de pagos. Pero hay un problema de solvencia. Los bancos están llenos de activos tóxicos que tienen un valor de mercado insignificante, y por eso aunque los compren, será a un valor tan bajo en relación con el valor contable, que todos tendrán dificultades para afrontar sus pasivos. Cada banco ve su situación y analiza que el resto está en condiciones similares. Por eso la reticencia al préstamo entre bancos. Esto el salvataje no lo va a resolver. Los bancos mantendrán situaciones inéditas de insolvencia. El otro eslabón, que es el mercado de acciones, están intentando que no se derrumbe. En segundo lugar, está el problema del mercado inmobiliario. A corto plazo no va a revertirse la tendencia depresiva. El desempleo ha subido todo el año en Estados Unidos. Después de un primer trimestre sorpresivamente bueno, el segundo y tercero muestran más tendencia a la recesión. En el mercado inmobiliario las tendencias son fuertísimas. Las medidas impulsadas hasta ahora son limitadas, a pesar de que la estatización de Fanny Mae y Fredie Mac buscó evitar su derrumbe, pero todavía no salió ninguna medida que permita a los deudores hipotecarios modificar los plazos y la carga de intereses para evitar las ejecuciones. Esto no está en discusión por el momento. Probablemente se darán en un plazo no muy largo. Pero antes de que se vendan las casas que están disponibles y que se comience a construir nuevamente, deberá pasar un plazo que en el mejor de los casos será de meses, en el peor de años. Esto tampoco lo afectan las medidas impulsadas. El tercer aspecto, son los mecanismos de propagación de la crisis, que están en marcha. Yo acá quiero mencionar algo que planteaba en aquél artículo. Yo decía que las tendencias recesivas golpearían a China en un plazo de diez meses. Fue tonto de mi parte poner un plazo como éste, que no se ha cumplido. Pero la propagación está en marcha. Tal vez no haya que subestimar la capacidad de crecimiento interno de China. Esto puede significar que los plazos van a ser más largos, pero la tendencia está totalmente clara.

Esta crisis encuentra a Estados Unidos en una situación de déficits gemelos muy altos. ¿Qué pueden implicar las medidas tomadas por el gobierno norteamericano para salvar a los bancos? Algunos hablan por ejemplo de default del Estado norteamericano.

Yo no creo que vaya a haber default del Estado norteamericano. Claro que para evitarlo, en un momento dado, van a tener que subir los impuestos. Pero es cierto es que la Reserva Federal también es un banco, y lo que ha hecho es endeudarse fuertemente. Eso por supuesto implica una amenaza. Hoy el dólar todavía tiene la particularidad de que hay tantos activos denominados en dólares y tantos dólares retenidos por bancos centrales en todo el mundo que nadie va a impulsar una corrida contra el dólar. Sin embargo, ya se sabe que Fanny y Freddie fueron estatizados porque el Banco Central de China le dijo a Estados Unidos que no podía seguir conservando en su cartera activos que se desvalorizaban diariamente. Lo mismo sucederá en el futuro con los bonos norteamericanos y los dólares. En ese momento, Estados Unidos se verá sometido a fuertes ajustes. La socialización de las pérdidas que hoy están proponiendo significa que próximamente van a tener que subir los impuestos.

Usted planteaba en su artículo de febrero que Asia y sobre todo China iban a determinar el rumbo de la crisis. ¿Esto significa que puede pensarse que podemos ir sin rupturas a una situación de "multipolaridad" en lo que hace a los centros de acumulación mundiales?

Yo creo que no. El fracaso de las políticas para sostener el valor del capital ficticio llevaría a un derrumbe del capitalismo, e implicaría una ruptura inédita desde la posguerra. Una crisis de sobreproducción generalizada está dentro del campo de las posibilidades actuales. El establecimiento del mercado mundial como tal implica que las contradicciones más básicas del capital se despliegan a una escala planetaria. El capitalismo hoy no tiene más periferia. En el momento de Marx, Gran Bretaña tenía la posibilidad de los mitigar los impactos de las crisis; había un mundo no capitalista que actuaba como colchón. Estados Unidos ha buscado desplazar las contradicciones capitalistas hacia afuera, pero en un marco completamente nuevo, donde no hay una periferia no capitalista. Si uno mira hoy a China, la relación entre Estados Unidos y ella no es la de un imperialismo clásico, ni China es estrictamente una semicolonia. Más de conjunto en lo que hace a los países periféricos, es necesario un nuevo abordaje, partir de la existencia de un mercado mundial como espacio único, aunque diferenciado. Esto permitió al capital en todos los sitios donde tenían niveles de acumulación anterior, aprovechar los procesos de centralización y concentración del capital. Hay que analizar en este marco la situación del capital centralizado y concentrado en los países que antes fueran claramente semicoloniales. Debemos considerarlos socios subordinados, pero socios, dentro de una configuración que no es la del imperialismo clásico. Lo que me interesa destacar es que no hay periferia no capitalista. Se han integrado los distintos espacios nacionales generando un ejército de reserva de fuerza de trabajo mundial. Esto permitió un fuerte aumento de la tasa de explotación. Pero sin embargo, por lo que decíamos antes de la sobreacumulación de capital ficticio, la masa de ganancia no es suficiente para sostener la valorización. Es necesario contemplar conjugadamente el problema de la tasa y de la masa de ganancia. La masa no es suficiente. Hay que manejar el concepto de sobreacumulación en tanto que sobreacumulación de medios de producción, y la sobreacumulación de capital, en tanto que pretensión a participar en el reparto de la masa de ganancia. Todo lo que estamos viendo, la raíz última de la crisis, es que la masa de ganancia, a pesar de la integración de un formidable ejército de reserva a nivel mundial, a pesar del aumento de la tasa de explotación y de la subsunción de nuevos sectores a la órbita del capital, no es suficiente. El capital que pretende llevarse una cuota de esa masa de ganancia no guarda ninguna proporción con la misma. Por eso, la perspectiva es una destrucción masiva de capital ficticio.