9 de enero de 2010

Entremeses literarios (LXXXIX)

EL PARTO DE LA GRAN BABEL
Bertolt Brecht

Alemania (1898-1956)

Cuando llegó su hora difícil, se retiró a sus aposentos y se rodeó de médicos y augures. Comenzaron los cabildeos. En la casa entraban señores importantes con rostro grave y siempre salían con rostro preocupado y pálido. Y el precio de los afeites blancos se duplicó en los institutos de belleza. En las calles se reunía el pueblo y permanecía allí de la mañana a la noche, con el estómago vacío. Lo primero que se oyó fue algo así como un tremendo pedo que estremecía el maderamen del techo, seguido por un grito de "¡Paz!"; después de lo cual se acentuó el hedor. En seguida brotó un chorro de sangre; un chorro fino y acuoso. Y luego siguieron otros rumores en interminable serie. Uno más horrible que el otro. La Gran Babel vomitó y el ruido del vómito sonó a "¡Libertad!" y tosió y pareció que decía "¡Justicia!" y dejó escapar otro pedo y a quienes oían les pareció distinguir la palabra "¡Bienestar!". Y, envuelta en un sangriento lienzo, llevaron a una recién nacida al balcón y la mostraron al pueblo entre el tañido de campanas: era la Guerra. Y tenía mil padres.


HEREJE II
Wilfredo Machado
Venezuela (1956)

Yo todavía la buscaba, sabía que algo doloroso le había ocurrido pero no tenía memoria para recordarlo. Vagaba sin rumbo, con una intención cada vez más débil de averiguar lo sucedido, cuando pasé por el puente medieval y vi que un cortejo lúgubre traía mi cabeza ensartada en una pica.


DE BOCCACCIO
Ana María Shua

Argentina (1951)

Sorprendidos por el rey, a quien estaba destinada la mujer, los amantes fueron condenados al fuego. Los ataron desnudos espalda contra espalda. Los verdugos amontonaban haces de leña verde a su alrededor cuando el caballero de Lauria reconoció a los jóvenes, hijos de nobles familias de Ischia y de Procida. Acercándose al poste de torturas, le preguntó al mancebo en qué podía ayudarlo.
- Si tenéis influencia ante el rey -dijo el muchacho- obtened para mí la gracia de que me den vuelta, para morir mirándome en sus ojos.
El caballero de Lauria se apresuró a decirle al rey Federico quiénes eran esos dos bellos jóvenes que esperaban su ejecución. El rey comprendió su error y se avino a soltarlos. De donde se deduce que la pasión sincera y las respuestas conmovedoras son imprescindibles para ser transformado en personaje y vivir eternamente. Pero para prolongar el modesto lapso de una vida humana, es mucho mejor tener parientes ricos.



EL PILOTO
Karl Krispin

Venezuela (1960)

A los cuatro o cinco años salí al jardín de mi casa. Atestigüé lo inimaginable. A una poca e increíble altura pasó un avión caza frente a mí con su piloto mirándome desde su casco. Yo no conté nada, pero dos horas después hubo revuelo en San José de los Altos. Mis padres me llevaron al sitio. El avión se había estrellado y sólo un montón de hierros jalonaba el bosque. Todo mundo comentaba el suceso. Pero lo que nadie supo es que el infortunado piloto, momentos antes de matarse, quiso decirme algo con su melancólica y postrera mirada.


GALLUS AUREORUM OUORUM
Augusto Monterroso
Guatemala (1921-2003)

En uno de los inmensos gallineros que rodeaban a la antigua Roma vivía una vez un Gallo en extremo fuerte y noblemente dotado para el ejercicio amoroso, al que las Gallinas que lo iban conociendo se aficionaban tanto que después no hacían otra cosa que mantenerlo ocupado de día y de noche. El propio Tácito, quizá con doble intención, lo compara al Ave Fénix por su capacidad para reponerse, y añade que este Gallo llegó a ser sumamente famoso y objeto de curiosidad entre sus conciudadanos, es decir los otros Gallos, quienes procedentes de todos los rumbos de la República acudían a verlo en acción, ya fuera por el interés del espectáculo mismo como por el afán de apropiarse de algunas de sus técnicas. Pero como todo tiene un límite, se sabe que a fin de cuentas el nunca interrumpido ejercicio de su habilidad lo llevó a la tumba, cosa que le debe de haber causado no escasa amargura, pues el poeta Estacio, por su parte, refiere que poco antes de morir reunió alrededor de su lecho a no menos de dos mil Gallinas de las más exigentes, a las que dirigió sus últimas palabras, que fueron tales: "Contemplad vuestra obra. Habéis matado al Gallo de los Huevos de Oro", dando así pie a una serie de tergiversaciones y calumnias, principalmente la que atribuye esta facultad al rey Midas, según unos, o, según otros, a una Gallina inventada más bien por la leyenda.


DESPUES DEL ACCIDENTE
Henri Michaux
Francia (1899-1984)

El problema de la noche sigue intacto. ¿Cómo atravesarla, cómo atravesarla por completo cada vez? ¡Qué pesados son mis segundos! Nunca los hubiera creído tan pesados. Instantes elefantiásicos. Lejos de todo, nada a la vista y sin embargo como unos ruidos a través de un filtro... Oigo palabras ininterrumpidas, como si dijeran sin cesar, como si repitieran: Labrador, Labrador, Labrador, Labrador, Labrador, Labrador. Una bolsa me sacude. Sin fondo. Sin puertas, y yo como una larga boa extraviada. He perdido incluso a mis enemigos. Oh espacio, espacio abstracto. Calma, calma que hace rodar trenes. Calma monumentalmente vacía. No más proa. Quilla empujada. Quilla mecida.


LO MISMO QUE EN MI SUEÑO
Gustavo Arango

México (1938)

Hola, te esperaba. Tuve un sueño anoche que quisiera contarte. Resulta que yo estaba aquí mismo, en esta silla de este cuarto en sombras desde el que te veo llegar con un chorro de luz de la calle. Asimismo, trayendo luz al abrir la puerta con tu llave, te vi llegar en el sueño. Recuerdo que me hablabas, que durante todo el tiempo dijiste lo mismo, una frase monótona y musical que no recuerdo.
- Lo mismo que en mi sueño -dijo el recién llegado.
¿Soñaste? ¿Soñaste eso mismo? ¡Qué casualidad! Bueno, pero aunque no recuerdo la frase que repetías y repetías, sí recuerdo que te contaba algo entusiasmado, creo que te hablaba sobre un sueño.
- Lo mismo que en mi sueño -repuso inexpresivo el interlocutor.
Sí, te hablaba de un sueño como ahora lo hago. Estamos como estábamos: yo sentado en mi silla, deslumhrado por la luz que salta sobre tus hombros, y tú, una silueta dibujada en el aire de la puerta.
- Lo mismo que en mi sueño.
¿Fue igualito, entonces? ¡Qué casualidad! Pero no creo que al final haya pasado lo mismo. Recuerdo, ¡ja!, qué divertido, qué absurdos pueden llegar a ser los sueños, recuerdo que dijiste tu frase monótona y luego sacaste de tu chaqueta un arma que disparaste contra mí. ¡Ja! ¿Te das cuenta? No me dirás ahora que en tu sueño sucedió lo mismo que en mi sueño.
- Lo mismo que en mi sueño -dijo con voz monótona el interlocutor.



ESCRIBIR
David Lagmanovich
Argentina (1927)

Cuando era joven, escribía para llegar a ser. Hoy, ya cerca de la muerte, escribo para no ser. Mi meta es la inexistencia. Cada párrafo es un logro más en la búsqueda de la negrura a la que aspiro. Y el último párrafo, ese que quedará para siempre inconcluso, será también mi último triunfo, la definitiva ausencia de mí mismo.


COMISION PARA EL ARREGLO DEL MUNDO
Luis Britto García
Venezuela (1940)

Al final ha sido creada la comisión para el arreglo definitivo del mundo. En cada reunión le encontraremos defectos que describiremos minuciosamente. La compilación completa tomará la eternidad. Después de ella, convocaremos para la reunión siguiente.


LOS BENEFICIOS DE LA LUNA
Charles Baudelaire
Francia (1821-1867)

La luna, que es el mismo capricho, miró por la ventana mientras dormías en tu cuna, y se dijo: "Esta niña me gusta". Y descendió suavemente por su escalera de nubes y pasó, sin hacer ruido, a través de los vidrios. Después se tendió encima de ti con la dulce ternura de una madre y depuso sus colores en tu faz. Tus pupilas han permanecido verdes y tus mejillas extraordinariamente pálidas. De tanto contemplar a esa visitadora tus ojos se han ensanchado extrañamente; y ella te ha apretado tan tiernamente la garganta que, desde entonces, has conservado siempre el deseo de llorar. Sin embargo, en la expansión de su alegría, la luna llenaba todo el cuarto como una atmósfera fosfórica, como un veneno luminoso; y toda su luz viviente, pensaba y decía: "Tu sufrirás eternamente la influencia de mi beso. Serás bella a mi manera. Te gustará lo que me gusta y a quien le gusto: el agua, las nubes, el silencio y la noche; la mar inmensa y verde, el agua informe y multiforme; el lugar en que no estés; el amante que no conozcas; las flores monstruosas; los perfumes que hacen delirar; los gatos que se desmayan sobre los pianos y gimen y comen como las mujeres, con voz ronca y dulce. Y tú serás amada por mis amantes, cortejada por mis cortesanos. Serás la reina de los hombres de ojos verdes, cuya garganta he apretado también con mis caricias nocturnas; de los que aman la mar, la mar inmensa, tumultuosa y verde, el agua informe y multiforme, el lugar en que no están, la mujer que no conocen, las flores siniestras que parecen incensarios de una religión desconocida, los perfumes que perturban la voluntad y los animales salvajes y voluptuosos que son los emblemas de la locura". Y, por eso, maldita y querida niña mimada, estoy ahora acostado a tus pies, buscando en toda tu persona el reflejo de la temible Divinidad, de la fatídica madrina, de la nodriza, envenenadora de todos los lunáticos.