14 de abril de 2009

Conversaciones (XXV). Andrea Camilleri - Manuel Vázquez Montalbán. Sobre Montalbano y Carvalho

Con motivo de la presentación en España de los primeros títulos de la saga de Salvo Montalbano, el escritor siciliano Andrea Camilleri (1925) se reunió en Barcelona a mediados de febrero de 1999 con su colega y amigo el catalán Manuel Vázquez Montalbán (1939-2003). Camilleri era partícipe por entonces (y aún lo es) de un verdadero fenómeno editorial en Italia gracias a sus novelas policíacas protagonizadas por el comisario cuyo nombre homenajea al creador del detective Pepe Carvalho. Vázquez Montalbán, por su parte, venía de un viaje a la Selva Lacandona en México, donde entrevistó al Subcomandante Marcos y recogió material sobre el levantamiento de Chiapas para su ensayo "Marcos: el señor de los espejos" que sería publicado en noviembre de ese año. El mutuo reconocimiento que se profesaban ambos autores quedó graficado en, por ejemplo, el prólogo que Vázquez Montalbán escribió para la colección de treinta relatos "Un mese con Montalbano" (Un mes con Montalbano) de Camilleri: "...Siciliano de origen, vinculado a la atmósfera ética, cultural y estética que ha hecho posibles a Sciascia, Bufalino y Consolo, con los que Camilleri ha compartido la obsesiva inmediatez de los cuatro puntos cardinales que envuelve a toda isla, el escritor reside en Roma y asiste a su propio éxito con una distancia senequista, en el supuesto de que Séneca además hubiera tenido sentido del humor, el espléndido sentido del humor de Andrea Camilleri... Complejo el éxito de este autor porque sus novelas no son fáciles y requieren la complicidad de un lector culto y relativizador, por otra parte capaz de aceptar ese universo siciliano, incluso ese lenguaje siciliano sabiamente dosificado y quintaesenciado. Tampoco es fácil su estilo que traduce una manera de mirar y sancionar la realidad que habrá requerido una tensión extra por parte de la, en este caso, traductora. El éxito de Camilleri se ha debido en parte a que su literatura ha sido adoptada por el norte lector más inteligente, el que no demanda mercancías de un ser folclórico, sino de un asumible imaginario del sur, contradicción entre lo abstracto sublimado y las notas de concreción que lo connotan. Ha sido ese lector de norte cultural más que geográfico el que ha propiciado que un género como el policíaco dejara de ser un subgénero y un adjetivo para devenir estrategia de conocimiento narrativo, en el que Camilleri se integra como una de las aportaciones más rejuvenecedoras de la sociedad literaria europea de la presente década". En enero de 2005 se realizó en Barcelona el Primer Encuentro Europeo de Novela Negra, en el que se honró la memoria del autor de "La soledad del manager", "Asesinato en el Comité Central" y "La rosa de Alejandría" entre muchos otros, a tres meses de su muerte. Camilleri, que no pudo asistir por motivos de salud, envió una carta a los organizadores del simposio que decía en algunos de sus párrafos: "...La amistad siciliana es un arte difícil, hecha más de silencios que de palabras, que se complace en saber que el amigo se encuentra a tu lado, sabe darte una cosa antes que se la pidas. Está hecha de pausas, de miradas impalpables, de chispas en el fondo de los ojos... Me encontré con Vázquez Montalbán no más de diez veces. Si son pocas para cimentar una amistad, no fue éste el caso... En alguna entrevista, antes de conocerlo personalmente, había reconocido que tenía una deuda con él o, mejor dicho, que había conseguido resolver los problemas de estructura de una de mis novelas a partir de la lectura de una de las suyas, y que, como prueba de gratitud, había bautizado a mi personaje más conocido con su segundo apellido, Montalbano. Mi amistad con él comenzó en la ciudad italiana de Mantua y se hizo aún más profunda a lo largo de las mañanas en que lo acompañé en una visita a Barcelona... Con cuánto pudor, con cuánta ironía me llevó a algún lugar que aún sobrevivía y que él había estimado y yo le hablé de mis lugares sicilianos. Porque lejos de las cámaras de televisión y de los fotógrafos, hablamos de nosotros. De nosotros como dos hombres, no como escritores". La charla, sostenida por ambos escritores el 17 de febrero de 1999, fue reproducida por la revista dominical del diario "La Vanguardia" en su edición del 18 de abril de ese año.


AC: Ayer me regalaron una bioqrafía de Pepe Carvalho. La estuve hojeando antes de acostarme... ¿sabes qué me sucedió? Al final hay un cuestionario de unas cien preguntas, para saber si uno es un buen lector de Pepe Carvalho. Acabé bastante enfadado: sólo pude contestar correctamente a una docena de ellas.

MVM: ¿Una docena? Pues ya me parece una buena cifra. Yo sería incapaz de responder a tantas.

AC: Después me consolé recordando que en Internet existe una estupenda página web sobre Montalbano, hecha por un club de fans. Para formar parte de este club debes responder a diez preguntas sobre mis personajes. Lo intenté pero fui rechazado: me equivoqué en cuatro de ellas. "Debes prepararte mejor", fue el veredicto de mis fans.

MVM: Entre nuestros personajes, entre Carvalho y Montalbano, hay muchas diferencias y puntos de encuentro. Quizás la diferencia fundamental es que el tuyo es un policía público, un policía del Estado, mientras que Carvalho es un investigador privado. Sin embargo, el tuyo es un policía muy especial, no creo que se parezca a muchos policías reales italianos.

AC: ¡No! Montalbano no duraría ni tres días en una estructura como la de la policía italiana. Es un elemento extraño que he incrustado literariamente en ese cuerpo policial. Sin embargo, me consta que muchos policías italianos devoran sus aventuras. Hasta me han dado un premio los policías de Milán. ¿Recuerdas cuando viniste a Italia a la presentación que te hicimos D'Alema y yo de "O César o nada"?

MVM: Sí, claro, una presentación un tanto surrealista. Por cierto, ¿cómo le va a nuestro amigo D'Alema?

AC: No creo que le vaya demasiado bien, al pobre. El problema son sus asesores, que se empeñan en humanizar su imagen, en convertirlo en alguien simpático... Empresa imposible. Prefiero que se quede como es él, rígido y antipático, en lugar de verlo hacer esfuerzos contra su naturaleza, participando en programas televisivos con Gianni Morandi. Pues después de aquella presentación, volví a casa muerto de cansancio, no pude ir siquiera a la cena que te daba el editor, y volví escoltado por ¡seis carabinieri! Cualquiera hubiera pensado que, más que escoltado, me llevaban detenido. Cuando llegamos al portal de mi casa, el brigadier se me acerca y con un aire de gravedad oficial me dice: "Señor Camilleri, a ver cuándo se decide a escribir una novela sobre nosotros los carabineros".

MVM: Lo que me parece más destacable es la independencia de criterio de Montalbano, su carga de subjetividad, que podríamos denominar latina o mediterránea. Tu Montalbano es mucho más arbitrario que el Maigret de Simenon, aunque sus procedimientos psicológicos se asemejen, pero Montalbano a veces es realmente expeditivo. En cuanto a sus gustos gastronómicos... Bueno, yo no soy sectario, hay libertad de gusto. Y si algún día quieres que hagamos una novela juntos, estoy dispuesto a imponerle un pequeño sacrificio a Carvalho y pasarlo a la dieta italiana.

AC: ¡A mí la comida de Carvalho me da miedo! ¡Es muy bestia! Ten presente una cosa: ¡Yo ya no puedo comer como comía antes! Al escribir hago una transferencia sobre Montalbano y le doy de comer cosas fantásticas que a mí me resultarían letales, como las sardinas rellenas. El miedo de Montalbano ante los platos de Carvalho es en realidad el miedo del autor. También quisiera aclarar que el nombre de mi personaje, Montalbano, es relativamente frecuente en Sicilia, pero su elección resulta del deseo de rendir un homenaje, más que al personaje de Carvalho, al Vázquez Montalbán que ha escrito "El pianista" o "Los alegres muchachos de Atzavara". Y lo que me interesa, por encima de todo, es el planteamiento que haces como autor frente a la realidad. Es algo que siempre me ha impresionado mucho...

MVM: Yo creo que las diferencias y semejanzas entre nuestros personajes son, en el fondo, consecuencia de una misma actitud personal ante la novela policíaca. También tú tomas este género como una mera estrategia narrativa, un juego con el que plantear un acercamiento a la realidad arbitraria y proyectas una mirada distanciada e irónica a través de tu personaje, una mirada muy parecida a la de Pepe Carvalho. Ahora se abre una oportunidad muy interesante para el lector español: ver la inmensa variedad que ofrece el relato policiaco a través de una obra realmente atípica. Se ha relacionado a Montalbano con Maigret, y eso es inevitable, porque el proceso psicológico que sigue Montalbano es más parecido a Maigret que a cualquier otro personaje, pero es un mundo completamente aparte. Tu postura como intelectual, tu mirada política, son muy diferentes de las de Simenon. Gracias a la estrategia narrativa que supone la novela policiaca se puede abordar un discurso realista de una manera nueva. Estás describiendo la frontera que hay entre la política y el delito, entre lo ilegal y lo legal, la violación de un tabú como matar, los límites de las conductas, mientras estableces una complicidad con el lector. Los dos llegáis a la misma conclusión a través de un viaje de sorpresas que significan la indagación policial. Otro aspecto importante es el papel de lo cultural en estas indagaciones de Montalbano: a veces la clave de un enigma es una clave cultural, un mito, una lectura clásica... Como lector, una de las cosas que más me han hecho disfrutar es el grado de sofisticación de este juego cultural que nos propone tu personaje.

AC: Para Montalbano los libros son tan importantes como para Carvalho, la diferencia está en que mi personaje no los quema. Seguramente a tu Carvalho los libros no le han sabido enseñar nada...

MVM: Sí, es cierto, los libros son importantes para los dos: para tu personaje en positivo y para el mío en negativo, por eso acaba quemándolos.

AC: Pero la elección de un libro para quemar equivale a la elección de un libro para leer. Veamos: el primer libro que quema tu Carvalho no es un libro cualquiera, sino una historia de España.

MVM: Sí, "España como problema", de Laín Entralgo. En tu caso, me parece fundamental el modo en que presentas Sicilia como un falso microcosmos. Es un microcosmos, en efecto, pero hay que escuchar a Sciascia cuando respondía a la pregunta de por qué escribía siempre sobre Sicilia...

AC: Sciascia respondía: "Sicilia es el mundo".

MVM: La ambición de Sciascia era hacer una novela política, de indagación sobre el poder. En tu caso también están estos elementos, pero no son el objetivo. El objetivo es un viaje por una realidad en la cual los elementos de carácter ideológico o político están implícitos, pero sin la voluntad de Sciascia de hacer una metáfora política del doble poder.

AC: Mi primer libro se lo debo precisamente a él. Pasé un par de años recogiendo material sobre un episodio histórico de Sicilia y se lo entregué, por si le servía como base para una novela. Me invitó a tomar café en su casa y me dijo: "Es un material excelente; deberías escribir un libro". "¡Pero yo no sabría escribir un libro como tú!". "Justamente, de lo que se trata es de que lo escribas como harías tú. ¡Animo!". De eso ya hace bastantes años...

MVM: Cuando se produjo el gran momento de eclosión de tu obra en Italia, especialmente el año pasado, con cinco títulos en las listas de los libros más vendidos, se pudo escuchar comentarios del tipo: "Claro, es una literatura que hace concesiones al gran público, una literatura comercial, el resultado de una operación de promoción muy bien estudiada...". Todo eso es insostenible: ha sido una imposición empujada por el propio valor de la obra y a través de una pequeña editorial, de mucho prestigio, pero sin poder en los medios. Tu obra se ha impuesto a través de recomendaciones particulares.

AC: Es lo que yo llamo "el tam tam del público". Ese es el público que a mí me interesa, los treinta o cuarenta mil primeros lectores que pusieron en marcha el "tam tam" y operaron el "milagro". Después, la cosa se ha disparado de tal modo que me he convertido en una moda, algo ridículo, condenado a ser olvidado. No se puede pasar impunemente de vender ciento cincuenta mil ejemplares a casi un millón en tan poco tiempo. Interiormente, no me ha cambiado nada. ¡A los setentitrés años nada cambia! Pero la vida social... ¡Es algo espantoso! Presentaciones, firmas, conferencias, entrevistas... Ni siquiera tengo tiempo para escribir. Y lo que es peor, la gente que se acerca a mí... ¡para decirme lo que tengo que hacer con mi personaje! Hace poco unos sicilianos me pidieron que Montalbano no se case nunca con su novia... ¡porque es genovesa! ¡Una forastera! ¡Pretendían que le buscase una mujercita siciliana como Dios manda! Me han ocurrido cosas de cine. Ahora suenan graciosas, pero en el momento son muy embarazosas. Como una señora que me esperó con sus dos nietos, muertos de sueño, hasta el final de una presentación que terminó a medianoche... ¡para que les tocara la cabeza a los niños! ¡Como si yo fuera Juan XXIII o Stalin! ¡Y los que se me acercan con un bolígrafo especial para que les firme un autógrafo en el brazo! A veces siento que me he convertido en una moda de cretinos. ¡Los lectores de novelas no hacen esas cosas! También he recibido cartas que me han puesto los pelos de punta, la de una chica de veinticuatro años con una gravísima enfermedad degenerativa, para darme las gracias por haberle hecho sonreír tres veces. No puso su remite, y nunca le he podido contestar... Nos preguntan si Carvalho y Montalbano podrían resolver un caso juntos...

MVM: Bueno, los casos nunca se resuelven... No sé, cada cual tiene su universo, su mundo propio... Es posible que ambos llegasen fácilmente a las mismas conclusiones... pero a través de restaurantes diferentes.

AC: Estoy de acuerdo.