6 de marzo de 2009

J.J. Cale: "A mí lo que me gusta es escribir canciones. A eso me dedico. Las escribo y las voy archivando, y ahí están"

John Weldon Cale (1938) nació en Oklahoma City, Oklahoma. Popularmente conocido como J.J. Cale, este guitarrista, cantante, compositor, multi-instrumentista, productor e ingeniero ha estado haciendo música de la buena durante más de cincuenta años. Convertido en una leyenda envuelta en misterio, J.J. Cale ha tenido discretamente un gran impacto en la música rock y es el creador del llamado "Sonido Tulsa", una mezcla relajante de rock'n'roll, country, blues y jazz. Siendo niño se trasladó a la cercana ciudad de Tulsa donde, ya adolescente, tocó en numerosas bandas hasta que formó la suya propia, Johnnie Cale and The Valentines, con la que grabó en 1958 su primer disco simple: "Shock Hop" / "Sneaky". Luego armó el Johnny Cale Quintet, con el que grabó los simples "Troubles, troubles" / "Purple Onion" y "Ain't that lovin you baby" / "She's my desire" en 1960/61. Cinco años más tarde grabó un álbum, "A trip down the Sunset Strip", con los Leathercoated Minds, que pasó completamente inadvertido. Luego de una corta estancia en Nashville se instaló en Los Angeles, donde conoció al pianista Leon Russell (1942) con quien trabajó como músico de estudio. En 1970 fue contratado para acompañar al dúo Delaney & Bonnie que estaba integrado por el matrimonio Delaney Bramlett (1939-2008) y Bonnie Lynn O'Farrell (1944), y en el que tocaron entre otros Duane Allman (1946-1971), George Harrison (1943-2001), Carl Radle (1942-1980) y Jim Keltner (1942). En una de sus giras conoció a Eric Clapton (1945) quien poco después grabó una de sus canciones, "After midnight", obteniendo una gran repercusión. Así, su nombre comenzó a ser reconocido en el mundillo del rock. Russell, uno de los propietarios de la compañía discográfica Shelter Records, editó en 1972 "Naturally", el primer LP de J.J. Cale como solista, al que seguirían "Really" en 1972 y "Okie" en 1974. En 1976 apareció "Troubadour", que incluía el tema "Cocaine" -que también sería grabado por Clapton- con el que logró consolidar su prestigio cultivando su particular estilo que mezclaba acertadamente folk, country y blues. Desde entonces y ya instalado otra vez en Tulsa, se dedicó a grabar con total independencia de las modas o las tendencias predominantes. Desde su merecida posición de artista de culto, respetado y admirado por un gran número de músicos a los que influyó notoriamente, J.J. Cale editó luego "5", "Shades", "Grasshopper", "Number 8", "Special edition", "Travel log", "Number 10", "Closer to you", "Guitar man", "Anyway the wind blows", "Live", "To Tulsa and back" y "The road to Escondido" (con Eric Clapton). En su último disco, "Roll on" de 2009, Cale, a sus setenta años, escribió y produjo las doce canciones además de tocar todos los instrumentos en la mayoría de ellas, incluyendo guitarras, pedal steel, bajo, baterías, piano y sintetizadores. En la edición del 27 de junio de 2004 apareció en el diario "El País" de España una entrevista realizada telefónicamente por el periodista Bruno Bayón cuando apareció el excelente "To Tulsa and back", un disco en el que incluyó canciones "que no se gastan, que no tienen edad, que están fuera del tiempo y de la despótica idea pop de que hay que cambiar y reinventar el sonido a la velocidad del sonido", como las definió el crítico musical Rodrigo Fresán (1963) en "Página/12". Para su grabación, Cale -que vive actualmente al sur del desierto de California-, entristecido y nostálgico tras la muerte de Audie Ashworth, su amigo y productor durante años, viajó a Tulsa para encontrarse con sus viejos camaradas con quienes no tocaba desde hacía cuatro décadas, desde los tiempos de Johnny Cale & The Valentines. Con ellos se encerró en un estudio y grabó un disco que -según sus propias palabras- "fue exactamente igual que una de esas reuniones de ex alumnos del secundario".Tulsa: ¿nuevo punto de partida o final?

Una especie de conclusión. No había puesto los pies en mi ciudad natal desde hacía veinticinco años. Mi discográfica quería un disco y tenía un montón de canciones nuevas. Así que volví allí. David Teegarden, que tenía el estudio, se encargó de llamar a todos aquellos con quienes tocábamos siendo adolescentes, bueno, los supervivientes. Una sesión bastante dura, en parte debido al hecho de volver a ver mi casa y al barrio de mi infancia, que me resultaron extraños. Los músicos no habían cambiado. Muy viejos todos, sexagenarios, allí estuvimos juntos durante una semana. El disco sale de ahí, mitad reencuentro, mitad extrañeza.

¿Y Audie Ashworth?

El año que murió no grabé nada. Un año antes, preparaba este disco para él, que fue el productor de mis primeros discos de los años setenta, en Nashville. Lo guardé todo, esperé. Luego retomé el concepto de Audie, pero con Teegarden, en Tulsa.

¿Cómo es el sonido de J.J. Cale?

Es casero. Soy técnico de sonido. Toco la guitarra y compongo, pero mi oficio de origen es técnico. Todos estos sonidos en mis discos los hice yo manipulando. En líneas generales, ése es el sonido de J.J. Cale. La mayor parte de mi obra se resume en yo mismo enchufando y desenchufando. Además de controlar los botones, compongo las piezas, canto, toco la guitarra, hago los arreglos, las cositas, realizo varias tareas al mismo tiempo...

Y aparte de la música, ¿qué hace? ¿Moto? ¿Surf? ¿Cocina? ¿O nada?

Nada. No está mal. Con sesenticinco años, miro las noticias de la tele, no juego al golf, ya no voy casi a pescar, dejo que pase el tiempo. Hago jardinería, corto el césped, toco la guitarra anotando las canciones, sin que salga nada de todo eso. No hacer nada es mi verdadera actividad. Y a veces, me tengo que poner en marcha: un disco, una gira, una entrevista.

Desde "They call me the breeze" a "Fancy dancer", ¿trata una filosofía de lo pasajero?

He tratado de variar y hay dos o tres canciones, o discos míos, que no suenan a J.J. Cale, pero al volverlos a escuchar no funcionan, así que vuelvo a lo de siempre. El nuevo disco podría ser el primero, es cierto. Ya no soy el tipo que era a los treinticinco años y, al mismo tiempo... lo sigo siendo. Musicalmente, nada cambia mucho. Soy bastante concreto: cada día trae su afán, mañana será otro día. Como cuando era un muchacho.

¿Piensa en la muerte?

A mi edad, forzosamente ¡já, já, já!... La muerte es una cuestión negativa. Hay gente que puede encontrarle algo positivo, yo no. Cuando la muerte esté aquí, nosotros ya no estaremos. No me obsesiono con la muerte, más bien con la vida.

Mito y realidad: el hechizante solitario lacónico, guitarrista zen en un carromato...

Sí, soy bastante así. Siempre he sido nómada. La mayoría de los músicos deben viajar. He vagabundeado durante toda mi vida, tocando aquí y allá, grabando más lejos. Es realmente lo que hace que parezca como soy.

¿Sus orígenes familiares?

Sangre india, creo, por parte de mi padre. Mis padres han muerto y nunca les pregunté por el tema. Digamos que provengo de los grandes movimientos migratorios europeos con, repito, sangre india. Hay bastantes reservas indias en Oklahoma.

¿Cómo nació "Blues for Mama"?

"Blues for Mama" es un poco obsesiva, dolorosa: trata de la muerte de la madre de alguien. Me veo otra vez hablando de esta prueba ineludible del luto por mi madre. Me senté para escribir las notas. No soy en absoluto un poeta, no escribo palabras a las que luego pongo música; encuentro una música y luego unas palabras que encajan.

¿Y "Fancy dancer"?

Es un ritmo. Mis grabaciones se basan en el ritmo. Para sacar canciones de esos retazos de ritmos que salen de cada rincón del estudio, busco palabras para que no sean instrumentales sino canciones. Compongo antes de grabar. Sólo yo y la guitarra, en pequeñas maquetas y con un poco de electrónica. Así sale "Fancy dancer": un tema "jive", el ritmo, el solo de guitarra... Un poco más que lo habitual para un disco.

¿Desde dónde nos habla?

¿Ahora mismo? Desde un Holiday Inn Express en Escondido, California. Una habitación de un hotel estadounidense corriente. Un televisor, una cama, un pequeño sofá, paredes blancas y moqueta de color oscuro. Respondo a tus preguntas con la tele apagada, ¡já, já, já! Nada muy romántico.

De niño, ¿se imaginaba cómo sería su vida?

No, tocaba la guitarra con los chicos del barrio por diversión. Luego tuve que ganarme la vida... Afortunadamente, nunca imaginé que me ganaría la vida tocando; todavía no llego a creérmelo.

¿Cómo encontró esa marca de fábrica "laid back", relajada?

No fue adrede. Mi voz, es mi forma de hablar, llena de humo, murmurada. Como compongo canciones y tienen que tener letras, debo cantar. Por lo tanto, compongo unas partes vocales con una tesitura limitada, porque no tengo voz: más bien un fraseo, una forma de hablar propia del blues; no podía componer temas melódicos porque no era capaz de cantarlos. Además, empezaron a pedirme ese tipo de ritmo lento. Tengo mi propia teoría al respecto: lo que me diferencia es precisamente el hecho de no cantar bien, porque los demás cantan bien.

Si pudiera vivir otra vida, ¿cuál sería? ¿Trovador? ¿Marciano? ¿Django Reinhardt? ¿Napoleón?

Me encanta Django pero ignoro su vida. Siempre he sido un trovador gitano. ¿Napoleón? Dirigir ejércitos, batallas... No es para mí.

¿Dios?

Sí, creo en él. Pero es algo muy íntimo. No del tipo místico sectario. Musulmanes, católicos, judíos, protestantes o budistas: no pertenezco a ninguna de esas sectas. Pero concibo la existencia de un ser supremo.

¿Qué hay de cierto en aquello de que usted es un ermitaño?

La discográfica me obligó por contrato a dar entrevistas para promocionar "To Tulsa and back". No soy de los que alguna vez quisieron ser famosos. Eso nunca me interesó. De ahí, tal vez, que mis discos no vendan tan bien pero mis canciones triunfen cuando las interpretan otros, otros a los que, en la mayoría de los casos, ni siquiera llego a conocer. Tal vez tenga que ver con que no estoy dispuesto a jugar ciertos juegos que impone el sistema. Lo que no significa que sea un recluso. A veces pienso que eso de la fama de recluso es algo que se le ocurrió a alguien de algún departamento de "marketing" para disimular el hecho de que para el gran público consumidor yo resulto aburrido. Y como lo de ermitaño me da cierto misterio, todos felices. A mí lo que me gusta es escribir canciones. A eso me dedico. Las escribo y las voy archivando y ahí están y así de tanto en tanto...