27 de enero de 2009

Wim Wenders: "El blues tiene poderes curativos"

Wim Wenders (1945) nació en Düsseldorf, una ciudad prácticamente en ruinas, cuando hacía muy poco tiempo que la Segunda Guerra Mundial había llegado a su fin. Aunque se matriculó en la universidad de Freiburg para estudiar medicina y filosofía, en 1967 comenzó a estudiar en la Escuela de Cine y Televisión de Munich. Tres años después, ya graduado, filmó sus primeros cortometrajes y "Summer in the city" (Verano en la ciudad) su primer film. Ese mismo año, 1970, comenzó a trabajar como crítico de cine para la revista "Filmkritik" y para el periódico "Süddeutsche Zeitung". Su segunda película, "Die angst des tormanns beim elfmeter" (El miedo del arquero al tiro penal), se basó en el libro homónimo de Peter Handke (1942), y la tercera, "Der scharlachrote buchstabe" (La letra escarlata), en la obra de Nathaniel Hawthorne (1804-1864). Luego vendría lo mejor de su filmografía: "Alice in den städten" (Alicia en las ciudades), "Der amerikanische freund" (El amigo americano), "Paris, Texas" y "Der himmel über Berlin" (Las alas del deseo). Después del fracaso de "Hammett", una película que rodó por encargo de Francis Ford Coppola (1939), Wenders estrenó su obra más elaborada, rodada en quince países y en ocho idiomas diferentes: "Bis ans ende der welt" (Hasta el fin del mundo), pero la crítica la trató con indiferencia y a partir de ese momento le empieza a dar la espalda. Luego de otras tres películas con las que no consiguió repercusión en el público, en 1999 filmó el documental musical "Buena Vista Social Club" en La Habana, rescatando del olvido a los músicos Compay Segundo (1907-2003) e Ibrahim Ferrer (1927-2005), con la que obtuvo otra vez la atención popular. En 2003 realizó el maravilloso "The soul of a man" (El alma de un hombre), otro documental, esta vez sobre el mundo del blues, explorando la música y las vidas de Blind Willie Johnson (1897-1945), Skip James (1902-1969) y J.B. Lenoir (1929-1967). Sus últimas películas son "Land of plenty" (Tierra de abundancia), "Don't come knocking" (Llamando a las puertas del cielo) y la reciente "Palermo shooting". Desde 2003 Wenders imparte clases en la Escuela de Artes Visuales de Hamburgo. Cuando el periodista español R. Carrizo Couto realizó la entrevista que sigue en Ascona (Suiza) -país al que el director había viajado para participar en el Festival de Locarno-, se acababa de conocer la muerte de Ibrahim Ferrer, su amigo desde los tiempos de "Buena Vista Social Club", tema que, junto con su gusto por la música, predominó en la charla que fue publicada el 19 de agosto de 2005 por el diario español "El País".Acabamos de enterarnos de la muerte de Ibrahim Ferrer...

En este momento estoy tan dolido que aún no he podido digerir la información. Era un hombre de voz de terciopelo y uno de los seres humanos más dulces y sensibles que jamás he encontrado.

De hecho, su relación con la música y los músicos es de las más particulares del cine.

Pienso que no estaría haciendo películas de no haber sido por el blues y el rock. Dado que no estaba dotado para la música, opté por la escritura y la fotografía, pero aún hoy lo primero que meto en mi maleta son los CD, aun antes que el cepillo de dientes.

¿Podría comentar algo sobre músicos que han marcado su carrera? Comencemos con Ry Cooder.

Descubrí la música de Ry mientras realizaba "Alicia en las ciudades", en 1972. Cuando en los años ochenta comencé mi primera película americana, "Hammett", quise que él fuera el compositor, pero los ejecutivos de los estudios se negaron pues, en esa época, él aún no había compuesto para cine. Decidimos esperar el momento en que nadie pudiera entrometerse. O sea, hasta "Paris, Texas".

Nick Cave.

El era un auténtico icono del "underground" berlinés en los años ochenta. El era "grunge" antes de que se inventara el término, y lo vi con su banda en numerosas ocasiones. Cuando comencé "Las alas del deseo" supe que tenía que ponerle su música, y él estuvo de acuerdo también en actuar en ella. Nick escribió canciones para otras tres películas mías y aparece en "El alma de un hombre".

Así llegamos al blues y a "El alma de un hombre". ¿Cuál es su relación con esta música?

Descubrí el blues a los catorce años gracias a la radio del Ejército norteamericano. El blues tiene poderes curativos. No hay música mejor cuando estás mal. Muestra la otra cara del "sueño americano", la más gris y triste, pero también la más verdadera.

¿Cómo presentaría "El alma de un hombre"?

Narra la vida de tres cantantes de blues: Skip James, Blind Willie Johnson y J.B. Lenoir. Representan a tres generaciones distintas que grabaron sus discos entre los años veinte y sesenta. Vivieron breves momentos de reconocimiento, pero murieron pobres y olvidados.

¿Podría esbozar un retrato de cada uno de ellos?

Los tres fueron grandes cantantes y guitarristas. Eric Clapton dijo una vez que la forma de tocar guitarra slide de Blind Willie sigue siendo insuperable, pero murió tan pobre que ni siquiera lo admitieron en el hospital, aunque sufría de neumonía. Skip James realizó sus discos en 1931 pero, por culpa de la Gran Depresión, ninguno de sus discos fue bien distribuido. Abandonó la música durante treinta años y, cuando fue redescubierto, tenía cáncer. J.B. Lenoir fue el primer cantante en tratar temas como las guerras de Vietnam o Corea. Sus discos sólo fueron editados en Europa y terminó muriendo desangrado tras un accidente de coche. Describieron su tiempo con dignidad, nobleza y precisión, y el hecho de que desaparecieran en la nada era asqueroso. He hecho "El alma de un hombre" para asegurarles el lugar en la historia que se merecen.

Usted está en Locarno para presentar "Llamando a las puertas del cielo". ¿Cómo ha sido esta nueva colaboración con Sam Sheppard tras "Paris, Texas"?

Pedí de rodillas a Sam Sheppard que actuara en "Paris, Texas", pero no quiso. No cometí el mismo error esta vez y me dediqué a buscar actores alternativos. Mi idea era Jack Nicholson. Cuando lo comenté a Sam, me dijo: "Es demasiado viejo para ser creíble como un cowboy". Acto seguido me preguntó: "¿Y qué tal si actúo yo?". El truco dio, felizmente, resultado...

Sus fotogramas hacen pensar en la obra del pintor americano Edward Hopper.

Esa imagen hopperiana es buscada conscientemente. Amo de ese pintor la ausencia de detalles; ese ir a lo mínimo indispensable. Hay sitios de los Estados Unidos donde pones la cámara y te sale un cuadro de Hopper.

¿Cuáles son sus proyectos actuales?

He cerrado un ciclo con "Llamando a las puertas del cielo". Ya he dicho todo lo que tenía que decir sobre los Estados Unidos. Vuelvo a rodar en Alemania, pero será un largo proceso. Debo reconocer mi propio país, mi propia cultura. Hoy conozco y entiendo mucho mejor Montana o Idaho que Sajonia o Renania.