22 de junio de 2008

Manuel Bandeira, la sordidez y la sucia marca de la vida

Su nombre completo era Manuel Carneiro de Sousa Bandei­ra Filho, pero firmó sus libros con el más sencillo de Manuel Bandeira, que le bastó para convertirse en una de las figuras
primordiales de la poesía brasileña. En realidad Bandeira, que nació en Recife, Pernambuco, el 19 de abril de 1886 y falleció el 13 de octubre de 1968 en Río de Janeiro, fue junto a Carlos Drummond de Andrade (1902-1987) el principal maestro de las generaciones más recientes. Militó en el movimiento modernista de su país (que no debe confundirse con el modernismo hispanoamericano) y lo mejor de su extensa obra se caracterizó por un personal uso del humor, la ironía, el tono coloquial y una aparente crudeza casi prosaica. Sus trabajos principales son "A cinza das horas" (La ceniza de las horas, 1917), "Carnaval" (1919), "Libertinagem" (Libertinaje, 1930), "Estrela da manhá" (Estrella de la mañana, 1936) y "Lira dos cinquent'anos" (Lira de los cincuenta años, 1940).

NUEVA POETICA
Voy a lanzar la teoría del poeta sórdido.
Poeta sórdido: aquel en cuya poesía
está la marca sucia de la vida...
Va un sujeto, sale un sujeto de casa
con la ropa de brin blanco muy bien planchada,
y en la primera esquina pasa un camión,
le salpica el saco o el pantalón
con una mancha de barro: es la vida.

El poema debe ser como la mancha en el traje:
hacer que al lector satisfecho le entre desesperación.
Sé que la poesía es también rocío.
Pero éste queda para las nenitas,
las estrellas alfas, las vírgenes cien por cien
y las amadas que envejecieron sin maldad.

NOCHE MUERTA
Noche muerta.
Junto al poste de la luz
los sapos engullen mosquitos.
Nadie pasa por la calle. Ni un borracho.
Entre tanto seguramente hay en ella
una protección de sombras.
Sombras de todos los que pasaron.
Los que todavía viven y los que ya murieron.
La zanja llora.
La voz de la noche...
(No de esta noche, sino de otra mayor).

DESNUDO
Cuando estás vestida,
no imagina nadie
los mundos que escondes bajo tus ropas.
Así, cuando es día, no tenemos noción
de los astros que lucen en el cielo profundo.
Pero la noche está desnuda, y, desnuda en la noche,
palpitan tus mundos y los mundos de la noche.
Brillan tus rodillas. Brilla tu ombligo.
Brilla toda tu lira abdominal.
Tus senos exiguos como en la dureza
del tronco robusto dos frutos pequeños
brillan. ¡Ah, tus senos! ¡Tus pezones duros!
¡Tu dorso! ¡Tus flancos! ¡Ah, tus espaldas!
Desnuda, tus ojos se desnudan, también;
tu mirar, más ancho, más lento, más líquido.
Entonces, en ellos, boyo, nado, salto,
me zambullo, me hundo perpendicular.
Bajo a lo más hondo de tu ser, adonde
me sonríe tu alma desnuda, desnuda...

La poesía de Bandeira es de fácil lectura, transparente, presentando la vida como una sucesión de claros y oscuros. Está escrita con un mínimo de palabras, con una gran concisión. En muy raras ocasiones aparece una sombra de hermetismo; el propio poeta aclaró que cuando no había sido claro se debió a una incapacidad suya, no porque se lo hubiera propuesto.
En apenas cuatro años, Bandeira sufrió la muerte de su madre, su padre y su hermana, y descubrió que padecía tuberculosis. Esta es, tal vez, la clave poética de este hombre enfermo y profundamente marcado por la tristeza que transmitió -luego- a sus poemas.