13 de junio de 2008

Elvio Romero. La tierra acostada sobre un libro

El escritor paraguayo Elvio Romero, nació en Yegros, Caazapá, el 12 de diciembre de 1926. Durante la Guerra del Chaco, su familia se tras­ladó a Asunción y allí se unió a Josefina Pla (1903-1999), Hérib Campos Cervera (1905-1953) y Augusto Roa Bastos (1917-2005), el grupo de escritores que renovó y actualizó la poesía y la prosa paraguayas a ni­vel continental.
Al estallar en 1946 la Guerra Civil en el Paraguay, tomó parte de la fracción democrática, a cuya derrota siguieron cruentas persecu­ciones por lo que tuvo que refugiarse en la Argentina. Su obra poética se compone de "Días roturados" (1948), "Resoles áridos" (1950), "Despiertan las fogatas" (1953), "El sol bajo las raíces" (1956), "De cara al corazón" (1961), "Nosotros, los innombrables" (1962), "Un relámpago herido" (1967), "Los innombrables" (1970), "Destierro y atardecer" (1975), "El viejo fuego" (1975), "Los valles imaginarios"
(1984), "Flechas en un arco tendido" (1994) y "Tabulaciones" (1999).
De "Antología personal", publicado en Buenos Aires poco antes de su muerte, son los siguientes poemas:

ESO SOMOS
Eso somos: las flechas
en un arco tendido, la despreciable indiada;
las leñas que han de arder en los fogones
del blanco en La Misión,

los hijos de la intemperie,
del vasto infierno de los desiertos,
definitivamente condenados.


Eso somos: la sombra
de lo que fuimos,
un ala destrozada en pleno vuelo
cubierta por la sombra del murciélago,
el habitante forestal, ahora
cazado en plena selva, los guerreros vencidos
definitivamente.


Eso somos: la estela
del salto del jaguar al infinito,
los más desamparados de la tierra;
calabazas vacías sin ecos ni semillas,
sustraídas de una fuerza brillante,
los golpeados, los tristes, los caídos
definitivamente.

Eso somos.
Definitivamente.

POR QUE
Por qué no habremos de querer nosotros
lo que nunca quisimos; por ejemplo, una casa
sobre el remanso de un río,
con camalotes en sus costados,
con sus ventanas en regocijo.

Por qué no habremos de escuchar nosotros
lo que la noche escucha; por ejemplo, una sombra
que nos sirva de abrigo,
que allí muera misteriosamente
asumiendo el color de sus dominios.

Por qué no habremos de pisar nosotros
lo que jamás pisamos; por ejemplo, un sendero
con olorosos racimos,
con una hoguera que allí se encienda,
con grandes lluvias que nunca vimos.

Por qué no habremos de sonar nosotros
con un eco que suene; por ejemplo, un murmullo
que tiemble en el sonido,
el que responda a las preguntas
que junto al fuego recogimos.

Y por qué no buscar siempre
lo que es parada en un camino,
lo que hay de otoño en un verano,
lo que hay de ardiente en lo más frío,
lo que es sonrojo en unos labios,
lo que es recuerdo en el olvido,
lo que es pregunta en un suspiro,
lo que es vital de esa alegría,
de esa tristeza en que vivimos.

SI UN DIAQué terrible si un día no viese el mundo
al espejo de lo tuyo, si el día bello en tus ojos
no me ofreciese su día; si se alejaran de mí,

si ya por no darme el fuego se me apagasen tus ojos,
en mí toda la ternura de tus ojos, su recreo.

Mi querer: contemplo el mundo
por ti, veo a través de lo tuyo
lo que me toca mirar, lo miro visto a través
de tus ojos, de su mundo; la noche y el día claro
que por ti se da en lo mío.


Triste día habría de ser, triste y desierto,
como si toda la aurora se despegara de mí
y de las cosas, o aproximase sus besos
ya sin ti, ya sin tus besos, vacías
de ti la aurora y la tierra, terrible y desierto el día.


Elvio Romero está considerado -por su vasta y densa obra "llena de fuerza y follaje", al decir de Pablo Neruda (1904-1973), entre los más notables poetas de América. Ga­briela Mistral (1889-1957), después de leer su obra escribió: "Pocas veces, muy pocas, he sentido la tierra como acosta­da sobre un libro". Toda su obra justifica ampliamente lo que de ella expresó Miguel Angel Asturias (1898-1974): "Poesía invadida llamo yo a esta poesía; poesía in­vadida por la vida, por el juego y el fuego de la vida". Elvio Romero falleció en Buenos Aires el 19 de mayo de 2004.