14 de enero de 2008

Charles Darwin en Buenos Aires

El biólogo británico Charles Robert Darwin nació el 12 de febrero de 1809 y falleció el 19 de abril de 1882. Quien se haría famoso en el mundo entero tras la publicación de sus obras "On the origin of species by means of natural selection or the preservation of favoured races in the struggle for life" (El origen de las especies, 1859) y "The descent of man and selection in relation to sex" (El origen del hombre, 1871), terminó sus estudios en la Shrewsbury School y se inscribió en la Universidad de Edimburgo para estudiar medicina; pero tan sólo dos años más tarde, abandonó esa carrera y entró en la Universidad de Cambridge.
Allí, Darwin extrajo un enorme provecho de su asistencia voluntaria a las clases del botánico y entomólogo John Henslow (1796-1861), cuya amistad le reportó un beneficio inestimable ya que le proporcionó la oportunidad de embarcarse como naturalista con el capitán Robert Fitz Roy (1805-1865) y acompañarlo en el viaje alrededor del mundo que éste se proponía realizar a bordo del Beagle, un navío de la Marina Real Británica.
El 27 de diciembre de 1831, el Beagle zarpó con Darwin a bordo tras dos meses de desalentadora espera en el puerto de Plymouth, al sudoeste de Inglaterra, mientras la nave era reparada de los desperfectos ocasionados en su viaje anterior. El objetivo de la expedición dirigida por Fitz Roy era el de completar el estudio topográfico de los territorios de la Patagonia y la Tierra del Fuego, el trazado de las costas de Chile, Perú y algunas islas del Pacífico y la realización de una cadena de medidas cronométricas alrededor del mundo.El periplo, de cuatro años, nueve meses y seis días de duración, llevó a Darwin a Tenerife, las islas de Cabo Verde, la costa brasileña, Montevideo, Tierra del Fuego, Buenos Aires, Chile, Perú, islas Galápagos, Tahiti, Nueva Zelanda, Australia, Tasmania, isla de los Cocos, Mauricio, Santa Elena, Ascensión, Brasil, islas Azores e Inglaterra, realizando un recorrido de 40.000 millas. A bordo del navío, Darwin escribió cuadernos de notas y diarios personales. Su instrumental consistía en un microscopio, un martillo de geólogo, una carabina, una pistola, instrumentos de disección y taxidermia y una gran cantidad de recipientes y reactivos.A su regreso al Reino Unido el 2 de octubre de 1836, Darwin publicó "The voyage of the Beagle" (Diario del viaje del Beagle) en donde, entre otras cosas, asentó sus observaciones de las innumerables rocas y ejemplares de vegetales y animales que recolectó durante el viaje. Pero también dejó constancia de la impresión que le causaron Buenos Aires y -sobre todo- sus habitantes, tras seis meses de estadía en la capital de las Provincias Unidas del Río de la Plata: "Durante los últimos seis meses -relata Darwin- he tenido lo oportunidad de apreciar en algo la manera de ser de los habitantes de estas provincias. Los gauchos u hombres de campo son muy superiores a los que residen en las ciudades. El gaucho es invariablemente muy servicial, cortés y hospitalario. No me he encontrado con un solo ejemplo de falta de cortesía u hospitalidad. Es modesto, se respeta y respeta al país, pero es también un personaje con energía y audacia".Más adelante, Darwin se asombra: "La policía y la justicia son completamente ineficientes. Si un hombre comete un asesinato y debe ser aprehendido, quizá pueda ser encarcelado o incluso fusilado; pero si es rico y tiene amigos en los cuales confiar, nada pasará. Es curioso constatar que las personas más respetables invariablemente ayudan a escapar a un asesino. Parecen creer que el individuo cometió un delito que afecta al gobierno y no a la sociedad".
"Un viajero -prosigue Darwin- no tiene otra protección que sus armas, y es el hábito constante de llevarlas lo que principalmente impide que haya más robos". Luego advierte que: "Las clases más altas y educadas que viven en las ciudades cometen muchos otros crímenes, pero carecen de las virtudes del carácter del gaucho. Se trata de personas sensuales y disolutas que se mofan de toda religión y practican las corrupciones más groseras; su falta de principios es completa. Teniendo la oportunidad, no defraudar a un amigo es considerado un acto de debilidad; decir la verdad en circunstancias en que convendría haber mentido sería una infantil simpleza".Darwin no se guarda nada: "En la Sala de Buenos Aires no creo que haya seis hombres cuya honestidad y principios pudiesen ser de confiar. Todo funcionario público es sobornable. El jefe de Correos vende moneda falsificada. El gobernador y el primer ministro saquean abiertamente las arcas públicas. No se puede esperar justicia si hay oro de por medio. Conozco un hombre (tenía buenas razones para hacerlo) que se presentó al juez y dijo: 'Le doy doscientos pesos si arresta a tal persona ilegalmente; mi abogado me aconsejó dar este paso'. El juez sonrió en asentimiento y agradeció; antes de la noche, el hombre estaba preso".
Finalmente concluye: "Con esta extrema carencia de principios entre los dirigentes y con el país plagado de funcionarios violentos y mal pagos, tienen, sin embargo, la esperanza de que el gobierno democrático perdure. En mi opinión, antes de muchos años temblarán bajo la mano férrea de algún dictador".No. No es verdad que Darwin haya sido el personaje central de la novela que H.G. Wells escribió en 1895, "The time machine: an invention" (La máquina del tiempo), ni tampoco que haya protagonizado la serie televisiva de ciencia ficción producida por Irwin Allen entre 1966 y 1967, "The time tunnel" (El túnel del tiempo). Lo que sí es cierto es que viajó en el bergantín H.M.S. Beagle y durante seis meses permaneció en Buenos Aires.
No. No es verdad que este viaje se haya realizado en la actualidad. Y sin embargo...